Un año en Reno

En este diario iremos compartiendo algunas de las experiencias -espero que la mayoría de ellas agradables- durante los diez meses de estancia, día más día menos, como William A. Douglass Distinguished Scholar en el Center for Basque Studies de la Universidad de Nevada, Reno.

domingo, 18 de mayo de 2014

Columbus, Georgia in my mind...

Como dice la canción, todo lo que empieza tiene un final. Parece mentira, hace apenas tres meses Columbus no era más que un punto distante en el mapa, casi como un agujero negro del que desconocía todo. Hoy sigo desconociendo muchas cosas, dos meses y tres semanas no es tiempo suficiente para conocer a fondo una ciudad. Pero sí para que de ahora en adelante, Columbus y Georgia tengan un puesto destacado en mi propia y particular geografía personal.

Han sido muchas experiencias. Algunas las he puesto en este blog, otras no, ya fuera por falta de tiempo y espacio, o simplemente porque no he considerado que pudieran ser de interés. He descubierto muchas cosas, disfrutado las más, experimentado los temores al enfrentarse a las novedades (¿seré capaz de impartir docencia a mis alumnos de una forma digna y comprensible? ¿seré capaz de cumplir las expectativas, propias y ajenas, sobre mi desempeño aquí? ¿cómo llevaré la separación y la soledad impuesta por la distancia?). Al final, creo que puedo ser optimista. He aprendido mucho, y me llevo para casa todo un caudal de experiencias que, espero, servirán para enriquecerme.

Según iba llegando el momento del adiós, me he dado cuenta de que voy a echar de menos muchas cosas de Columbus. Mi apartamento en 10th street; los cafés en Iron Bank Coffee; los paseos diarios por la ribera del Chattahoochee, con cruce a Alabama incluido; la animación callejera en Broadway; las atenciones de Christine Murphey, mi "hada madrina" del CIE, siempre dispuesta a ayudarme en todos mis contactos con la administración local; mis alumos de los dos cursos, con la paciencia que han tenido para entender mi horrible, y a estas alturas incorregible acento; los fines de semana lluviosos; las bocinas de los trenes cruzando la ciudad a su paso por 9th street; las conversaciones con Steven hablando de fútbol, perdón, de soccer; el restaurante Minnie's, su delicioso pollo frito, "how're you doing, sugar?" al entrar y "God bless you" al salir; el buen hacer de Neal en el CIE y todas las molestias que se tomaron para permitirme venir a compartir este tiempo con la CSU; la mascota de la universidad, el "cougar", que tantas anécdotas ha generado y que es la única palabra que he aprendido a pronunciar bien; la lectura matutina del Ledger-Enquirer; las veladas vespertinas con John en la Irish Tavern; el recibimiento de Doug y su buen hacer con el cine latinoamericano; la alumna que conocí el primer día de mi estancia en Columbus, cuyo nombre aún desconozco, pero que me ayudó bastante a moverme por la ciudad y el campus; la sirena de alarma de tornados y la prueba semanal, todos los sábados a las doce del mediodía; el mercado sabatino y las fabulosas baguettes de la panadería de Pine Mountain; las conversaciones con Ilaria; las comidas en casa de Amanda, Aberri Eguna incluido, aderezadas con la amabilidad de David, que me ha permitido obtener una visión de Kentucky más allá del fried chicken; la experiencia de usar un coche compartido por horas; el barrio histórico de Columbus y su arquitectura del siglo XIX; la barbacoa, esa gran especialidad sureña, deliciosa y diferente; Carlos, el argentino atípico porque no es de Buenos Aires y no le gusta mucho el fútbol; las clases por Skype; las cenas mensuales de los profesores internacionales, que me acogieron desde el principio; la multiculturalidad y el multiracialismo cotidiano en aulas y calles; el buen hacer de Gary, su personalidad amable y su maestría en el arte de la barbacoa; el descubrimiento de dos delicias locales: okra y pecan; las gentes que te saludan por la calle, echando por tierra los prejuicios sobre la "deshumanización" de la sociedad norteamericana; los soldados vestidos de soldados por las calles y aulas; Patty, su presencia cotidiana en el departamento, y la sorpresa de encontrame a un fan del Barça a tanta distancia de casa; la visita a Savannah y el descubrimiento del corazón -geográfico y mental- de Georgia; los tomates verdes fritos; Dan y el tiempo que pasamos hablando de hockey y de historia; mi primera amenaza de tornado; Brad y John, del departamento, y sus saludos cotidianos, que contribuían como nada a mantener el buen ambiente; la cerveza Jai Alai de Tampa; el puente que cruza a Phenix City, Alabama, y que te lleva automáticamente al pasado porque en ese estado la hora oficial es una menos que en Georgia; Pedro y sus anéctodas en la cena mensual; los artistas callejeros que aprovechaban cualquier momento de sol para amenizar las tardes de café y lectura; el shuttle de Riverpark al Main Campus y sus conductores, amables y siempre en tiempo; el espectáculo de los valientes que se atrevían a bajar por los rápidos del Chattahoochee en competiciones de whitewater; Ramesh, Mariko, Zewdu, José Carlos, Hassam, Ekaterina, Zdeslav, Abiye, Baiqiao, Lydia, Shamin y el resto de los colegas que me aceptaron en sus cenas mensuales de "extranjeros" de la CSU; las visitas al Piggly Wiggly y al Publix; las jornadas de limpieza hogareña, cada vez con mayor presteza; los paseos en Segway por el riverwalk; los soldados en traje de gala paseando los domingos con familias, novias y amigos; las cervezas -sin alcohol- en el Scruffy Murphy mientras disfrutaba de la Champion League en pantalla doble; alumnos como Shukena, Kenneth, Christopher, Anthony, April, Sara, Deandre, y tantos otros...
Y, por supuesto, este blog.
Como dijo en su momento el general MacArthur, volveré. Al menos así lo espero y deseo, porque son ya muchas las cosas que me unen con Columbus. Y todas ellas merecen la pena. No en vano cantaba Ray Charles:

Oh Georgia, Georgia
No peace, no peace I find
Just an old, sweet song
Keeps Georgia on my mind...

sábado, 17 de mayo de 2014

Cosas que no hice ni dije en Columbus

Son muchas las experiencias que he compartido aquí en este blog. Otras muchas no las he podido reflejar: por falta de espacio para reflejarlas en el blog, limitado a una entrada diaria; o por falta de tiempo para cumplir algunas de las cosas que había programado hacer.
Entre las primeras... Así a bote pronto puedo recordar que...
... no hablé de la visita al edificio de la W.C.Bradley CO, que sigue siendo una de las empresas más antiguas, aún en activo, de la ciudad.

... ni expliqué por qué a esta ciudad le llaman la "Fountain City", aunque bueno, cierto es que abundan las fuentes a lo largo de todo el centro histórico, y es posible que el calor agobiante de la segunda parte de la primavera y todo el verano hiciera necesario, y apetecible, contar con muchos lugares donde refrescarse.

... ni describí la belleza colonial de la ciudad de Savannah, y su vida nocturna.


... ni hice comentarios sobre Fort Pulaski, fortaleza situada en la salida del puerto de Savannah, y cuya toma por las tropas de la Unión muy al comienzo de la Guerra de Secesión hizo que este puerto no pudiera ser utilizado por los Confederados, limitando sus capacidades militares y marinas. Ni tampoco hice notar el contrasentido de que, en sus cuidados restos, ondée hoy en día la bandera de los Sudistas y sigan desfilando en su interior los soldados confederados que n supieron defenderla en su momento. Pero bueno, estamos en el Sur.

... ni di alas a mi ego hablando de mi presentación en el CIE, conferencia incluida, de la que no tengo fotos por la obvia razón de que yo estaba hablando.

... ni puse los dientes largos mostrando fotos de las happy hours de los viernes, los días de lluvia en el restaurante thailandés, y los días de sol en el patio trasero del Scruffy Murphy -convertido en sede oficiosa de la primera peña Athletic de Columbus, dicho sea de paso-.

... ni mencioné mi corta visita a Eufaula, en Alabama, en una calurosa y húmeda tarde de domingo, donde por no encontrar, no pude siquiera pararme en una taberna a tomar una coca-cola fresquita, porque no había nada abierto, y en que la única atracción era una estatua dedicada, como no, a los soldados de la Confederación.

... ni hice notar las obras de arte callejero (patrocinadas por los comercios y bares de la localidad) que amenizaban el camino de mi casa hacia el río durante la Riverwal.

... ni seguí alimentando mi obsesión por los vascos que me perseguían (en este caso, vizcaínos para más señas).

... ni reconocí que había añadido mi nombre al Wall of Tolerance del Centro de los Derechos Civiles de Montgomery, para que se proyecte de aquí en adelante, junto con el de otras miles de personas que han hecho lo mismo, antes y después que yo.

Y, en general, no he podido reflejar fielmente todas las vivencias cotidianas derivadas de vivir en una pequeña ciudad en este apartado rincón del profundo sur de los Estados Unidos.

Y por el otro lado, no he podido, como quería: visitar Florida y San Agustín, bañarme en una de las playas del Golfo de México, visitar Nueva Orleáns, comprobar en persona si Atlanta es como la describen, en lo bueno y en lo malo, pasearme por Senoia (Georgia) donde han rodado Walking Dear (bueno, esto no era realmente un deseo mío), acudir a una competición de la NASCAR en Talladega, visitar el museo de la infantería y la Escuela de las Américas de Fort Benning. Y otras muchas cosas.

Pero no me puedo quejar. Lo que he hecho, bien hecho ha estado.




viernes, 16 de mayo de 2014

Proud ex-member of the CSU

Ya es oficial. A partir de las 11 horas de hoy viernes, tras una semana de trámites y mi presentación en el Human Resources Office, ya se ha acabado mi vinculación oficial con la Columbus State University. Ya soy, oficialmente, un ex-miembro de la universidad. He devuelto las llaves -todas menos las de mi apartamento, que seguiré usando hasta mi partida el domingo próximo-, mi tarjeta ID -donde me habían rebautizado como "Oscar Gila", cosas del sistema americano, y que no pedí modificar porque mi madre se había quedado muy contenta.

Ahora, dentro de un momento, tengo mi otra despedida, la oficiosa del departamento, con un lunch. Lo pasaremos bien, como todos estos tres meses aquí en Columbus.

jueves, 15 de mayo de 2014

Sweet Home Alabama

Alambama ha sido, a lo largo de mi estancia aquí en Columbus, fuente de muchas curiosidades. Todas las tardes cruzaba la frontera del estado para mi paseo a lo largo del riverwalk, tras mi jornada en la universidad. Allí estaba el supermercado más cercano, y además aprendí -un poco tarde- que al otro lado del río las bebidas son más baratas, hay menos impuestos que a este lado, en Georgia. Y es, además, la tierra del pasado, porque por esas cosas de los husos horarios, en Alabama es, oficialmente, una hora menos que en Georgia. Basta pasar el puente y uno puede volver al día anterior.

Así que aprovechando que ya no me queda aquí nada por hacer -una vez acabado el tema administrativo y con las maletas casi preparadas- me he tomado, por fin, un día libre y me he hecho una excursión por Alabama. En concreto, me he acercado a Montgomery, una ciudad apenas a hora y media de Columbus, y que me atraía especialmente por cosas relacionadas con la historia. Historia pasada e historia reciente.
Montgomery fue la primera capital de la Confederación. Aquí fue elegido el primer presidente de los sudistas en la Guerra de Secesión, antes de su traslado a Virginia. Todavía se puede visitar los edificios que albergaron las sedes de los diversos órganos de gobierno de los confederados: el palacio presidencial, el capitolio confederado... Que no es otro que el capitolio estatal, pero con la particularidad de que fue aquí donde juró su cargo el presidente confederado, Jefferson Davies.
Vista general del Capitolio

Estrella que marca el lugar en el que juró su cargo Jefferson Davies...

... que está situado justo enfrente de la puerta principal del Capitolio.

Siguiendo la costumbre americana, un "Historial Marker" explica los hechos.

Pero no era esto lo que más me atraía. He de reconocer que tras las conversaciones con Gary, especialista en el tema, y tras haber asistido a las interesantes conferencias y proyecciones públicas que el departamento ha hecho durante mi estancia aquí, mi interés se ha acrecentado. Hablo de la lucha por los derechos civiles de la población negra en el sur, los esfuerzos por acabar con la segregación racial. Momentos cruciales como la negativa de Rosa Parks a ceder un asiento reservado a los blancos en un autobús en Montgomery, que inició uno de los momentos clave en el movimiento de los derechos civiles, figuras como Martin Luther King -que residió en Montgomery durante muchos años-, capítulos desconocidos para mí como los Freedom Riders, que consiguieron acabar con la segregación en el transporte público interestatal...
Me sorprendió el tamaño de la ciudad. El caso antiguo, aunque muy castigado por el abandono -qué diferencia con el downtown de Columbus- conserva aún muchos restos de como era cuando, hace ya más de medio siglo, se iniciaron los movimientos que acabaron con la segregación.
La primera parada fue el Museo Rosa Parks, situado en la parte del downtown que hoy ocupa la Universidad Troy -por cierto, hubo quien me preguntó en la calle si era profesor de allí, debe ser que llevamos la ciencia en la cara-. Se trata de una preciosa reconstrucción, con documentos, objetos, imágenes y maquetas a tamaño natural, del boicot a los autobuses urbanos de Montgomery, que acabó después de más de 300 días con la victoria de la población negra, y fue el evento que convirtió a Martin Luther King de ministro de la iglesia Baptista a líder de los derechos civiles.

Lamentablemente, no se podía fotografiar la exposición, pero si dejaban tomar imágenes de una reproducción de Rosa Parks en el momento en que, con su negativa a ceder el asiento a un blanco, se convertiría en el detonante de los acontecimientos.


El siguiente punto de mi periplo era la antigua estación de autobuses Greyhound, hoy museo de los Freedom Riders. Primera sorpresa desagradable: estaba cerrado por obras hasta el día 25 de mayo, así que me quedé con las ganas. Solo pude tomar unas fotos de la exposición exterior, y comprobar la arquitectura del edificio, con dos puertas que daban acceso a las dos salas de espera, una para negros, otra para blancos.

Las dos puertas, segregados hasta en la espera.

De allí pasé al Civil Rights Memorial&Enter. Es uno de los museos más modernos de la ciudad. En el exterior presenta un monumento con los nombres de 40activistas, hombres, mujeres y niños, que murieron entre 1955 y 1968 en la lucha por los derechos civiles. Sus biografías, y la cronología general del movimiento, se cuenta en el interior con profusión de apoyo audiovisual.
 Las imágenes más impresionantes eran las fotos y biografías de las cuatro niñas asesinadas cuando un grupo de oponentes a los derechos civiles puso una bomba en la iglesia Baptista de la Calle 7 en Birmingham, Alabama, en 1963. Un hecho que provocó el horror y marcó el distanciamiento de buena parte de la población blanca de los más extremistas defensores de la segregación.


De regreso al coche, pasé en primer lugar por el Memorial MLK de la Avenida Dexter. Se trata realmente de la iglesia baptista de la que, como he dicho, Martin Luther King era ministro cuando se inició el boicot. Me sorprendió una cosa: lo cerca que está situada del propio Capitolio, la sede del gobierno estatal contra el que lucharon enconadamente los activistas. Apenas a una calle. Como he dicho, Montgomery es una ciudad pequeña: todos los espacios de los que he hablado están en un radio de no más de veinte minutos andando.
Finalmente, cuando me paré en una pequeña plaza (la Court Square Fountain, según me enteré luego) y me senté en un banco para disfrutar del wifi gratuito que ofrece la ciudad y poder llamar a casa, me encontré con la última sorpresa. Aquel banco se hallaba situado en el mismo sitio donde estaba una de las paradas centrales del transporte urbano de la ciudad, y fue precisamente la parada en la que subió Rosa Parks a aquel pequeño viaje que tantas repercusiones tendría.
Sorprende, en todo caso, el modo en que la ciudad ha conseguido convertir una historia de enfrentamiento, lucha y violencia interna, que amenazó con desgarrar más aún de lo que estaba la sociedad local, en un elemento de recuerdo, y hasta de orgullo. Cierto es que siguen existiendo el racismo y el odio al diferente. Pero sorprende, como digo, que en Montgomery hayan podido convertir el estigma de ser el lugar más recalcitrante del sur racista en un elemento de recuerdo, y casi uno de los principales símbolos de la ciudad. Todo el downtonw está estructurado en torno a un paseo turístico, el Civil Heritage Trail, que fue el que, junto conmigo, siguieron ayer otras muchas personas.
Pero bueno, por hoy he escrito demasiado, así que de regalo, aquí os va una de las canciones más conocidas referidas a este estado, el Sweet Home Alabama de Lynyrd Skynyrd.

miércoles, 14 de mayo de 2014

Meeting after meeting

Ayer me las prometía muy felices con la perspectiva de acabar mi periplo administrativo del cierre de mi estancia en la Universidad. Y hoy mes las prometía aún mejor, cuando para las 11 y media ya había conseguido completar todas las clearance signatures, de los responsables de los diferentes departamentos: biblioteca, grados, compras, incluso de la policía -no es broma-.
Pero hete aquí que cuando llego a la facultad, con intención de imprimir unos papeles y, sobre todo, planificar dos o tres días de turismo por el Deep South, se me aparece Amanda en el despacho. Motivo: convocarme a un meeting.
Ya se lo imaginan, estamos a fin de curso y, como es típico en el ambiente universitario, es tiempo de reuniones, comisiones, tribunales y demás asuntos administrativos que consumen tiempo y ganas. De hecho, había conseguido escaquearme de la reunión convocada por Gary, el director, y que acabó durando cuatro horas; más que nada, porque era una reunión para planificar el curso que viene, y yo no estaré entonces aquí. Iba a decir "por desgracia"; y sí, algo de pena ya me da.
Así que: reunión a las 5:30. "Te paso a recoger a las 5". Allí estaba como un clavo. La reunión no era en Arsenal One, sino en la casa de otro profesor. Es su jardín trasero, para más explicación. No solo de nuestro departamento, sino de otros departamentos, entre ellos también gente que había conocido en las cenas de extranjeros.
En fin, que solo puedo decir que intenté estar a la altura de las circustancias, integrarme en el grupo, y contribuir con mi participación al buen fin del objetivo de la reunión. Sirva la foto que aquí pongo, sacada por David, para dar fe el empeño que puse.
PD. Debo aclarar, en honor a la verdad, que yo no fui el único responsable de los despojos que se observan en la mesa. Fue, como he dicho, un empeño colectivo. En total, tres caceroladas de cangrejos al estilo New Orleans, junto con corn on the cob, mushrooms, sweet potatoes y patatas asadas de las normales.



martes, 13 de mayo de 2014

My students (II)

Acabado el curso y los exámenes, hoy me he encontrado con la sorpresa de varios correos de mis, ya, antiguos alumnos en mi breve pero intensa estancia en la Columbus State University. Si ya me llevo un inmenso caudal de recuerdos, este ha sido, ¿por qué no reconocerlo?, uno de los que más me ha emocionado. Es que los profesores también tenemos nuestro corazoncito, aunque a veces no nos crean.

En fin, les dejo a ellos la palabra. Y muchas gracias:

Sara: "I would like to say thank you so much for your patience with me. I wish I could express how much it has meant to me. I have thoroughly enjoyed this class not only for it’s content but for the theories which accompany it as well.  I really do hope that you have enjoyed Georgia".

Anthony: "Thank you for the opportunity that you have given me in regards to experiencing a teaching that came from Spain to teach in America.  It was a wonderful experience that I do not take lightly and will never forget.  I hope that you have a good prosperous life and that you will continue to share your knowledge with the world".



lunes, 12 de mayo de 2014

Another Mr. President

Se me acaba el tiempo y se me están quedando algunas cosas en el tintero, pero mientras hoy lunes esperamos la visita del gobernador de Georgia (en cierto modo, mi "jefe" en estos momentos, ya que oficialmente seré, hasta el viernes 16, un empleado del estado de Georgia) para el acto de graduación de este curso 2013-2014, aprovecho para colocar algunas visitas atrasadas. Como la que hicimos el pasado miércoles Gary, Doug y yo mismo a Warm Springs, el "tesoro oculto de Georgia", como se anuncian las autoridades locales en su website.

¿Cuál es el atractivo de Warm Spring? Pues para un historiador, bastante. Esta localidad se halla indisolublemente unida a la figura de uno de los más grandes presidentes que ha tenido los EE.UU., aunque solo fuera por su proyección, o por el tiempo que pasó siendo presidente. Fue el único presidente elegido en cuatro periodos consecutivos para ocupar este cargo -fue posteriormente cuando se estableció el límite actual de dos mandatos-. Fue el presidente encargado de pelear con la crisis de 1929, y con japoneses y alemanes en la Guerra Mundial. Efectivamente, es Roosevelt. FDR.
La historia es conocida, así que solo la citaré brevemente. En 1921 Roosevelt sufría el ataque de la poliomielitis, y a causa de ello perdió casi toda la movilidad en su piernas. Enterado de que un nativo de Columbus había escrito que tomar los baños en Warm Springs había aliviado la enfermedad y mejorado notablemente la calidad de vida a varios aquejados de la enfermedad, acudió al balneario que, por entonces, era el centro de la vida de Warm Springs. No curó de su dolencia, pero efectivamente los baños templados (de ahí lo de Warm, que no Hot Springs: la temperatura a la que sale el agua en la fuente es de unos 88 grados F, aproximadamente 30 grados C) le aliviaron. Así que decidió, primero comprarse una casa en las inmediaciones -la "Little White House", como acabaría conociéndosela- y luego, comprando el hotel-balneario para convertirlo en un hospital para el tratamiento de la poliomielitis, a través de una fundación que creó para este efecto.
Auto presidencial FDR-1, uno de los primeros con los mandos adaptados para su uso solamente con las manos.
Y efectivamente, visitamos ambos lugares. En primer lugar la casa de Roosevelt, hoy convertida en un inmenso parque-museo, precedida por una exposición sobre la vida del presidente, un paseo con las banderas de los estados de la unión hasta alcanzar el mástil en el que se ponía la bandera de los EEUU cada vez que el presidente se hallaba en la casa -aún hoy ondea, en ese lugar, una bandera con 48 estrellas, la que existía en tiempos de Roosevelt-. Como curiosidad, Warm Springs fue el lugar en el que Roosevelt "probó" sus programas del New Deal, antes de ponerlos en marcha en el resto del país; por ejemplo, la electrificación rural.
El interior de la casa está conservado tal y como estaba en los tiempos en que Roosevelt vivía aquí. Más aún, la sala principal de la casa, que curiosamente resulta pequeña según los estándares actuales de las viviendas americanas, mantiene incluso el mobiliario y la distribución que tenía el día 12 de abril de 1945, cuando se hallaba posando en su silla para un retrato. Durante la pausa para la comida, se sintió repentinamente mal, y doce horas más tarde fallecería de un derrame cerebral. Apenas un día más tarde, Warm Springs se convertía en el centro de interés del país, mientras se preparaba el traslado del féretro a Washington con un tren especial organizado en la estación de la localidad.

Seguidamente de ver la Little White House, nos dirijimos a los baños termales, no sin antes hacer una parada en el downtown de Warm Springs, para acudir a un restaurante de comida típica sureña que Gary recomendó. Y realmente merecía la pena. Se llama Bulloch House, y ofrecía una delicia condensada en forma de pollo frito, okra frito, tomates verdes fritos, manzanas fritas, y cosas similares. Todo frito, como es típico en el Sur. Todo frito a la manera típica del Sur. Y a pesar de que era buffet libre, no nos atrevimos a tomar postre, aunque prometo que repetimos. Desde luego, un lugar perfecto para estar en una localidad de apenas 485 habitantes.

Los baños están recién recuperados. Se han rehabilitado las piscinas, y al mismo tiempo han puesto una pequeña exposición sobre su uso y evolución.

A lo que parece, murió de éxito. La fundación para la lucha contra la poliomielitis que fundó Roosevelt, que gestionaba el sanatorio, y cuya sede central sigue estando localizada en Warm Springs, financió igualmente las investigaciones para lograr una vacuna contra la enfermedad. Y cuando la descubrieron y se generalizó, los casos de poliomielitis pasaron de miles, a cero. Y sin clientela, el sanatorio tuvo que cerrar. Hoy en día sigue su actividad, pero en otro continente. Colaboran con la fundación del expresidente Carter para erradicar la enfermedad en los pocos países de África y Asia donde aún sigue causando estragos.