Chorizos y nieve

El lunes tuvimos el regreso desde Boise. Volvimos en dos coches en vez de uno, ya que Iker aprovechó la estancia en Idaho para comprarse una furgoneta, una Vandura GMC de esas americanas, que tienen dentro sitio para cocina, nevera y un asiento trasero que se convierte en una cama para dos personas. Dado que estará en los USA durante varios años, dice que quiere aprovecharla para visitar parques nacionales. A buen seguro que será así.

Paramos (nuevamente) en Jordan Valley. Fue una parada obligada, porque a Iker se le olvidó llenar el depósito de su furgoneta, y llegó marcando la reserva, dejando el vehículo caer en punto muerto en las bajadas y cosas similares para ahorrar combustible y no quedarse parado en mitad de la nada. De paso, aprovechamos para recuperar fuerzas en el Old Basque Inn de la localidad. El menú era sencillo: bocadillo de chorizo con french fries. Más colesterol para el cuerpo -estos próximos días serán la semana de las verduritas-. El chorizo tenía muy mala pinta al principio: la forma exterior era la de una salchicha frankfurt, con la piel perfecta y alisada. Nos esperamos lo peor, pero lo cierto es que una vez comenzamos a catarlo, era realmente bueno. Sabroso, con sabor a auténtico chorizo, no a esa cosa que importan de California con el mismo nombre, al estilo mexicano, que parece una salchicha con aderezo.
Así que hicimos lo que recomiendan en el local: comer y beber al puro estilo vasco.

El camino desde Jordan Valley fue largo, más que nada porque ha comenzado el invierno y la nieve ha hecho acto de presencia. Disfrutamos todo el tiempo de temperaturas entre 30 y 37 grados (farenheit, of course, vayan buscando la traducción a centígrados). A ratos cruzábamos tormentas con algunos copos, pero que no cuajaron en la carretera. Otra cosa era los montes de alrededor, todos ya con su cobertura blanca. El empleado de la gasolinera de Jordan Valley nos dijo que se esperaba lo peor para mañana martes. Es decir, nos libramos por los pelos.
Poco más puedo decir aparte de la monotonía de las rectas. Únicamente lo impresionante que es ver atardecer en el desierto nevado. Aquí os van unas pequeñas muestras, que así y todo no hacen honor al espectáculo que era verlo en directo.