Este fin de semana hemos venido a Boise, la capital de Idaho, una bella y tranquila ciudad, apenas a siete horas y media de viaje (sin contar los descansos y paradas) desde Reno. En total 424 millas (682 kilómetros) separan ambas ciudades, recorriendo una de las carreteras más solitarias de los Estados Unidos, dicen que sólo superada por la ruta 95 desde Reno a Las Vegas, conocida como "the loneliest route in America". Y desde luego, si es tal y como la describen, debe ser lo más parecido a la definición de desolación.
En nuestro caso, la palabra que hemos encontrado que mejor define la ruta hasta Boise es "infinito". No en vano me acompañaban dos filósofos de pro, Xabier mi nuevo compañero de piso, e Iker. Y a fe mía que no se podía haber elegido una imagen más adecuada. Millas y millas sin otra cosa que una recta inmensa, los coches -y sobre todo camiones gigantescos, algunos con dos e incluso con tres remolques- que venían en dirección contraria, y la monotonía del desierto que apenas se veía contrarrestada por algún atisbo de presencia humana (una gasolinera, un pequeño pueblo de no más de diez casas, las ruinas de viejos edificios solitarios y abandonados cuyo uso nadie puede ya imaginarse). Os pongo un ejemplo en video de poco más de un minuto: hay que imaginarse eso multiplicado por 420, con la misma monotonía de colores y paisajes.
De todos modos, no todo era aburrimiento. El viaje nos permitió pararnos en una serie de curiosos sitios, muy ligados a la experiencia de los inmigrantes vascos que llegaron como pastores hace ya muchas décadas. Hay que imaginárselos en medio de la soledad, en una época en la que no había autopistas ni los coches eran tan habituales como ahora.
La primera de las paradas fue en Winnemucca, apenas en la primera mitad del camino. Winnemucca es una pequeña aglomeración de casas que apenas merecería el nombre de pueblo, pero se trata de la única población de entidad que encontramos en el camino a Boise. El típico cartel americano a la entrada del pueblo le otorga una población de poco más de 7.000 habitantes. Winnemucca no es sino un conglomerado de restaurantes, moteles, gasolineras y algún que otro casino alineados en el cruce de carreteras entre la interestatal 80 -de Reno a Salt Lake City- y la highway 95, de Las Vegas a Boise.
Es sin duda esta situación estratégica la que le permite seguir teniendo hoy en día una economía activa, vinculada a dar servicios -de todo tipo, realmente de todo tipo a juzgar por la propaganda- a los viajeros. Lo interesante es que muchos de los negocios fueron creados y algunos siguen hoy regentados por vascos. Winnemucca tuvo en su tiempo hoteles vascos, que luego se reconviertieron en negocios abiertos a todo el pùblico, pero que conservan en la iconografía de la ciudad los rastros de su pasado vasco. Dos ejemplos en Winnemucca son el Pyrennees Motel, con su ikurriña, y el Basque Market, un curioso lugar en el que coexiste la venta de chorizo con una taberna que sólo abre a partir de las cinco -nos quedamos con las ganas de haber degustado el vino vasco que prometen vender-.
Saliendo de Winnemucca hacia el norte, el siguiente lugar medianamente habitado se llama McDermitt. Es un pueblo dividido en tres jurisdicciones, ya que está partido por la frontera entre Nevada y Oregon, y además la mitad de sus casas pertenecen a una reserva india llamada Fort McDermitt (parece ser que en tiempo el lugar fue un fuerte de la caballería americana). McDermitt tiene también una población numerosa de vascos, y de hecho aún se deja notar su presencia en los nombres de algunas calles como "Lasa" o "Albisu".
Una vez en Oregon, el paisaje no cambia mucho, más allá de que el color verde es un poco más abundante porque en algunas zonas llegan a crecer algunos arbustos xerófilos, de esos que aguantarían siglos de sequía sin inmutarse. Precisamente en medio de una planicie llena de dichos arbustos se halla el pequeño pueblo de Basque. Cuatro casas -literalmente- al lado de la carretera, rodeadas de árboles y unos jardines con un césped verde inmaculado que dolía a la vista tras tanto amarillo. Curiosamente, prácticamente no hay nada escrito sobre el motivo por el que se dio a este pueblo un nombre tan directamente vinculado con Euskal Herria. Será algo que habrá que investigar, si es que nos dejan encerrados en la divertidísima cárcel local.
Casi 90 millas más adelante de Basque se encuentra Jordan Valley, Oregon. Esta pequeña localidad, un poco más grande que Basque pero no mucho más, la verdad, pasa por ser la localidad más vasca de todos los Estados Unidos, dado que la mayor parte de su población y sus negocios más representativos hoy en día siguen siendo vascos. Lamentablemente no pudimos pararnos en el Old Basque Inn (íbamos con prisa por llegar a Boise antes de que anocheciera), pero sí tomamos unas fotos en el museo local, sito en la casa de la familia Elorriaga, y sobre todo visitamos el impresionante frontón de pelota vasca, uno de los más antiguos y mejor conservados del oeste, gracias a que fue elevado a la categoría de monumento histórico por el estado de Oregon.
El remate del día no podía ser otro que el Bar Gernika, en el Basque Block de Boise, donde nos dirigimos a reponer las fuerzas tras dejar las maletas en el hotel.
¿No os había dicho a qué hemos venido a Boise? Pues son varias cosas: una visita al Basque Museum, una reunión con Patty Miller, su directora, sobre el proyecto "Los Vascos en la Prensa Americana", un seminario sobre Historia y Cultura Vasca en la Boise State University, y la celebración del Morcilla Day este sábado en el Basque Block. Os dejo que adivinéis cuál ha sido el motivo más importante de todos para hacer este viaje...
Saludos desde Columbus, Georgia, donde voy a experimentar por segunda vez la vida en los Estados Unidos. Inicié ese blog por mi estancia como Visiting Scholar en la Universidad de Nevada. De aquel año quedan aquí algunas experiencias, las más de ellas divertidas. Ahora toca contar los sucedidos en el otro extremo de este extenso país, como Visiting Scholar in Latin American Studies en la Columbus State University. Welcome to the South!
Un año en Reno
En este diario iremos compartiendo algunas de las experiencias -espero que la mayoría de ellas agradables- durante los diez meses de estancia, día más día menos, como William A. Douglass Distinguished Scholar en el Center for Basque Studies de la Universidad de Nevada, Reno.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario