Bueno, hemos llegado a la fiesta nacional americana por excelencia: la única de las que se celebran aquí durante el año que no tiene relación con -u origen en- cualquier otra parte del mundo. No es como la Navidad, que se celebra en todo occidente; o como Halloween, que en el fundo es una variante del día de los muertos celta. Thanksgiving es puramente americano; de hecho su origen se sitúa en los momentos fundacionales del país, cuando los pioneros del Mayflower fundaron su primera colonia en tierra americana. Su primer invieron fue terrible, ya que se quedaron sin alimentos, y llegó a morir la mitad de los colonos. Al año siguiente una tribu indígena, los Wampanoag, les enseñaron a cultivar maíz y otras plantas locales, así como varios trucos de caza y pesca. La cosecha de 1621 fue generosa, y los colonos decidieron ofrecer un banquete a los indios para darles las gracias. En el banquete el plato central fue el pavo, que hoy día sigue siendo el plato tradicional del Thanksgiving. Y ahí comenzó todo.
Así que me ha tocado celebrar este año mi primer Thanksgiving. Es un poco como la Navidad. Es el día de la familia. Los americanos cruzan de punta a punta el país para reunirse con padres y hermanos. Las tiendas, incluso las muchas que son 24/7, cierran sin embargo en Thanksgiving. Para el mediodía las calles se vacían, y comienza el rito. Preparar la mesa, poner el pavo al horno, preparar el pumpkin pure, los arandanos, el stuffing para rellenar el pavo, y los pasteles tradicionales. Y para las seis comienza la comida-merienda-cena, hasta altas horas de la madrugada.
En nuestro caso, y como la familia la tenemos un poco lejos, nos hemos juntado en casa de los Irujo. Esto de cenar pavo donde los Irujo se está volviendo una tradición, pero hay que reconocer que está excelente. Eso sí, ni aunque nos reuniéramos un regimiento podríamos dar cuenta en una velada de un bicho que en esta ocasión pesaba unos quince kilos más o menos. Y eso que pusimos todo nuesto interés pero al final nos salía el pavo por las orejas, y quedaban los pasteles. Eso sí, tuvimos que hacer una sobremesa larga para que comenzara la digestión del pavo. Todavía nos dura al día siguiente.
Las fotos las sacaron los hijos de Xabier y Txispi, en una pelea por ver quién hacía la foto más divertida. Como son cinco, cuatro niños y una niña, nos hicieron todo un reportaje. Aquí pongo solamente las más graciosas.
La noche se hizo muy corta porque el día siguiente de Thanksgiving también tiene su tradición, y ésta exige levantarse muy temprano. Bueno, mejor dicho, no acostarse. Oficialmente en el calendario de la Universidad este viernes aparece como fiesta porque es el Family Day. No obstante, es más conocido como Black Friday (Viernes Negro) o Door Buster Day. Es el gran día de las compras. Las tiendas abren de madrugada -en Nueva York algunas lo hacen a las 12 de la noche, como aquí en Reno somos "de provincias" las tiendas no abrieron hasta las 4 a.m.-. Y la gente va en avalancha porque se ofrecen unos descuentos como no ven en otro momento del año. Ordenadores que tienen un precio normal de 700 dólares se pueden conseguir por 350. Se pueden encontrar auténticas gangas (que es la traducción más aproximada de doorbuster) en cualquier tipo de mercancías: ropa, electrodomésticos, electrónica, incluso en coches. La gente se agolpa por horas a la entrada de las tiendas para ser el primero en entrar, porque las mejores gangas suelen tener cantidades limitadas.
Los días anteriores la propaganda es brutal. Sin ir más lejos, el Reno Gazette Journal del día de Thanksgiving vino acompañado de 47 catálogos de descuento de todo tipo de tiendas, casi dos kilos de papel, mientras que el periódico en sí apenas ocupaba doce hojas.
A fin de cumplir la tradición, allí que me fui de mañana temprano a recorrer las tiendas. Los centros comerciales estaban más rebosantes que nunca. No en vano lo del Black Friday viene del hecho de que las ventas de este día permiten a los comercios salir de los números rojos. Algunos facturan en un día la cuarta parte de lo que sacan en el año... Es por ejemplo el momento de hacer las compras de Christmas -o de Hannukah, que en esta ciudad hay una colonia de judios bastante numerosa-.
No voy a revelar las compras que hice, aunque la mayoría eran encargos desde el otro lado del Atlántico, lo suficiente para completar la maleta que llevaré en Navidad de vuelta a casa. Eso sí, cuando acabé me apresuré a cumplir otra tradición: un brunch a media mañana en uno de los muchos sitios que ofrecen comida al estilo americano. Elegí uno que llevaba tiempo con ganas de visitar, tanto por lo curioso de su decoración como por las buenas referencias que me habían dado de él.
Se trata del Joe's, un restaurante situado en el cruce entre Virginia St. y Meadowood Pkwy., muy cerca de uno de los más grandes malls de la ciudad. Como podéis ver, tiene una estética muy particular, parece una especie de remolque de grandes dimensiones, con una cubierta metálica con estética de los años 50. Por dentro es similar: un parque temático sobre la América tradicional de mediados del siglo XX. Eso sí, por dentro parece más espacioso que por fuera, y la comida cumplió las expectativas, teniendo en cuenta que es comida americana. Una Denver Omelette, que por las dimensiones debía haberse hecho con un huevo de avestruz, con su relleno de verduras y queso, y acompañada de una especie de pisto de patatas, cebolla y pimientos que estaba delicioso -sobre todo porque era diferente a las típicas "French fries" de cualquier otro sitio.
Luego por la tarde nos fuimos Iker, Iban y yo a recorrer otras tiendas y acabar cenando en un Popeyes... pero eso es otra historia.
Saludos desde Columbus, Georgia, donde voy a experimentar por segunda vez la vida en los Estados Unidos. Inicié ese blog por mi estancia como Visiting Scholar en la Universidad de Nevada. De aquel año quedan aquí algunas experiencias, las más de ellas divertidas. Ahora toca contar los sucedidos en el otro extremo de este extenso país, como Visiting Scholar in Latin American Studies en la Columbus State University. Welcome to the South!
Un año en Reno
En este diario iremos compartiendo algunas de las experiencias -espero que la mayoría de ellas agradables- durante los diez meses de estancia, día más día menos, como William A. Douglass Distinguished Scholar en el Center for Basque Studies de la Universidad de Nevada, Reno.
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