Un año en Reno

En este diario iremos compartiendo algunas de las experiencias -espero que la mayoría de ellas agradables- durante los diez meses de estancia, día más día menos, como William A. Douglass Distinguished Scholar en el Center for Basque Studies de la Universidad de Nevada, Reno.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Ground Zero

Es decir, la Zona Cero: una manzana del bajo Manhattan, apenas a un tiro de piedra de Wall Street, donde se alzaron desde 1973 a 2001 las conocidas Torres Gemelas del World Trade Center. Hasta que un once de septiembre, fecha que sigue marcada a hierro en la memoria de los americanos, dos aviones las derribaron en apenas cuestion de unas pocas horas.
Hoy en día la Zona Cero se ha convertido en un foco de atracción turística. Tiene, hay que decirlo, algo de morboso, sobre todo porque los sucesos ocurrieron hace tan poco tiempo que prácticamente todos asistimos a ellos en directo gracias a la televisión.
Visto desde el aire, todavía se aprecian las cicatrices dejadas por el derrumbe de los rascacielos, y los daños que causó su caída en los edificios cercanos.



Visto desde el suelo, sin embargo, lo único que se aprecia es la intensidad de las obras de reconstrucción del área. Apenas una pequeña zona iluminada recuerda todavía a los sucesos de hace nueve años. El resto son grúas y edificios que comienzan a desafiar la verticalidad y apuntan nuevamente al cielo.




No obstante, en los alrededores de la zona, han quedado como landmarks algunas evidencias de aquel 11 de septiembre, que se han dejado como recuerdos históricos para la posteridad. Lamentablemente no pude sacar una foto de la Cruz de la Zona Cero: unos restos de las columnas metálicas que sustentaban las torres, en forma de cruz, que encontraron los bomberos y rescatadores y decidieron convertir en un símbolo de esperanza. Pero sí pude tomar imágenes de otros dos lugares marcados por la tragedia.

El primero es la Raíz de la Iglesia de la Santísima Trinidad, que en inglés -con una encomiable economía de palabras- llaman Trinity Root. Se trata de la raíz de un árbol que fue arrancada, nadie sabe de dónde, por las explosiones y el derrumbe, y acabó cayendo en el patio de dicha iglesia, apenas a unos centenares de metros del cruce entre Broadway y Wall Street. Se decidió dejarla en el mismo lugar en el que cayó, encargándose un artista local de pintarla para preservarla de la intemperie.



El segundo lugar es la iglesia de San Pablo. Situada en una esquina del WTC, se convirtió durante cerca de un año en el punto donde los voluntarios y trabajadores que limpiaban los escombros se reunían y tenían un lugar para comer y descansar. A sus alrededores hay un cementerio en forma de parque, al estilo anglosajón, que el 11 de septiembre quedó cubierto de una capa plateada de restos de las torres. Hoy ha vuelto a su antigua condición de iglesia (anglicana en su versión norteamericana, como no podría ser de otra manera), pero varios paneles en su exterior recuerdan aquel año en el que se convirtió en "el centro espiritual de la nación".

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