Un año en Reno

En este diario iremos compartiendo algunas de las experiencias -espero que la mayoría de ellas agradables- durante los diez meses de estancia, día más día menos, como William A. Douglass Distinguished Scholar en el Center for Basque Studies de la Universidad de Nevada, Reno.

miércoles, 19 de enero de 2011

Visiones de California

No tuve buena suerte a mi salida de Tulare. Me esperaba encontrarme con una California cálida y soleada, pero lo que me ofrecieron fue un cielo plomizo y unas nubes amenazantes. Incluso llegó a llover un poco. Pero qué es un poco de lluvia... no iba a hacerme desistir de la idea de recorrer la región antes de llegar a Los Ángeles. A fin de cuentas, no había calculado que el lunes 17 de enero es fiesta nacional en los EE.UU. (Martin Luther King Jr. Day), así que no por llegar temprano iba a poder trabajar antes.
Cerca de Tulare está la entrada a uno de los parques nacionales más famosos de California. El Sequoia National Park, flanqueado por dos National Monuments que también conservan bosques de estos árboles, que pasan por ser los seres vivos más grandes y más longevos de la Tierra. Ése era mi destino, por lo tanto.
Hasta llegar allí, tuve que apreciar la monotonía del paisaje californiano, al menos en el valle central, que proporciona él solito un tercio de la producción agrícola del país. Grandes llanuras sin fin, rectas interminables e inmensas parcelas tiradas a tiralíneas.


Cerca ya de Porterville -la puerta de entrada al Southern Sequoia National Monument, donde me dirigía-, me encontré con un notable cambio de paisaje. Millas y millas de plantaciones de naranjos a uno y otro lado de la carretera. Rebosantes de frutas, que pude degustar en una corta parada.


El paisaje parecía Valencia. ¿Acaso lo era?... Un cartel, a pocos metros de donde paré, me lo aclaraba...


Más adelante, el paisaje cambiaba los naranjos por los olivos. No paré para mirar si, por casualidad, estaba ahora entrando en Jaen, CA.

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