Un año en Reno

En este diario iremos compartiendo algunas de las experiencias -espero que la mayoría de ellas agradables- durante los diez meses de estancia, día más día menos, como William A. Douglass Distinguished Scholar en el Center for Basque Studies de la Universidad de Nevada, Reno.

lunes, 31 de marzo de 2014

Hoy somos noticia en los medios.

Hoy la CSU se ha despertado siendo noticia en todos los medios de comunicación. Bueno, ya comenzó a serlo ayer, poco tiempo después de que todos los miembros de la comunidad universitaria recibiéramos un aviso del jefe de la policía del campus informando de lo que había pasado justo al lado de una de las residencias de estudiantes. Para estas alturas ya tenemos la noticia en las principales webs de periódicos y cadenas televisivas, aunque en general todas vienen a decir lo mismo, y se remiten al mismo comunicado de la policía.

Al principio me extrañé/asusté un poco, ya que como saben resido justo en uno de los edificios de residencia estudiantil. Luego, viendo las primeras fotos que aparecían en la prensa y los reportajes en las televisiones locales (sí, ya tengo televisión en casa), pude identificar el lugar. Se trataba de uno de los complejos residenciales del campus principal, no del Riverside campus en el que estoy yo.
 La descripción de los hechos, sucintamente, viene a decir que alguién avisó a la policía de la CSU sobre la presencia de un joven armado, de raza negra, que estaba cargando una pistola en el recinto. La política de la CSU establece la prohibición de portar armas en la universidad, cosa que me parece mucho más que razonable. Así que la policía acudió al momento (3 minutos, según el comunicado), y tras darle el alto, una persecución, y un momento en el que el sospechoso parece ser que se dio la vuelta enfrentándose a la policía, la cosa acabó en unos disparos y en el sospechoso ingresando, ya fallecido, en el hospital de Midtown, aquí al lado. El tema ha quedado en manosdel GBI -sí, no es un error, es el Georgia Bureau of Investigation, cuerpo encargado de esclarecer lo sucedido-.
Hoy he comenzado la clase hablando del tema con mis alumnos. Varios de ellos, precisamente, viven en la residencia estudiantil, y uno de ellos, de raza negra. Los comentarios fueron sensatos, no salió ningún tema de racismo, sino un debate bastante moderado sobre el tema de las armas. Con defensores y detractores, pero sin entrar en ningún momento en posiciones fundamentalistas. Yo no quise intervenir más que cuando me preguntaron; y cuando les comenté que en mi país eso de portar armas, además de no estar permitido sino de modo excepcional, no es algo demandado por la sociedad, vi caras de sorpresa en algunos de ellos. Efectivamente, son muchas las cosas que nos hacen parecidos pero otras tantas las que nos diferencian. Aunque, vuelvo a decir, es todo un placer poder hablar de un modo razonado, distendido y abierto con unos alumnos que me siguen sorprendiendo, en el buen sentido.

domingo, 30 de marzo de 2014

Enchufes en la calle

El otro día comenté eso de que el paseo central de Columbus está jalonado de enchufes de uso público, que los paseantes y disfrutantes de las diversas terrazas pueden usar mientras disfrutan de la bebida y del buen tiempo. Parece que hubo alguien que no se lo creía. Pues nada, aquí van unas fotos para demostrar que decía la verdad.



sábado, 29 de marzo de 2014

Fit for Man and Beast

En los viejos tiempos de Columbus, Georgia, antes de que los coches colonizaran las calles y los corazones de los habitantes de esta ciudad, los animales eran los reyes. Hay que imaginarse un tiempo en el que Broadway no era, como es hoy, una calle para el paseo y el disfrute en sus múltiples terrazas, sino una concurrida arteria comercial en la que se agolpaban los habitantes de la ciudad y sus alrededores. Y claro, en aquellos tiempos, el medio de transporte dependía de la tracción animal.
Y en esta "ciudad de las fuentes" -sobrenombre que he oído dan a Columbus, tendré que enterarme por qué- hay una en especial que me ha cautivado. Porque es una fuente que no discrimina, ya que estaba pensada para calmar la sed de todos los seres vivos que acudían a Broadway.
Sí, una fuente triple. Con tres lugares para beber. Para bestias y para seres humanos, porque a nadie discrimina el calor que según me cuentan se hace omnipresente en esta ciudad a partir de abril y no la abandona hasta otoño.
Al lado mismo de la fuente, un panel indicativo de la ciudad explica su curioso origen. Y sí, es digno de reseñar.

"Esta fuente situada en el cruce entre Broadway y la calle 10 es la última de las diferentes fuentes similares que existieron una vez en cada manzana de Broadway. Es la fuente pública más antigua de Columbus, que se remonta a los primeros días de existencia de la ciudad. Se llama 'la fuente del Hombre y la Bestia'. Tiene tres recipientes para recoger el agua, uno al nivel de la calle, para los perros, el más grande, para los caballos, y otro mediano más alto para las personas".
Como bien dice el letrero, esta fuente ya no es más que un elemento decorativo, pero es una buena muestra de la importancia que estos pequeños recuerdos de la historia siguen teniendo para mantener la identidad y el orgullo de los habitantes de la ciudad.




viernes, 28 de marzo de 2014

Música en la calle

Entre las fotos que saqué el otro día, tomé algunas muy curiosas a toda una serie de enchufes que se encuentran en todas las zonas verdes que bordean Broadway. Allí, junto a los árboles y las flores, crecen en mitad de la hierba unas pequeñas cajetillas metálicas dotadas de dos enchufes.
Pensé al principio que era una idea muy útil si estás tomándote un café en cualquiera de las terrazas y se te acaba la batería de la tablet o el móvil.

Pero no, parece ser que son otras las utilidades. Así, cuando ayer regresaba de la facultad y me dirigía a darme un paseo antes de la sesión de cine latinoamericano que teníamos convocada a las 19:30 organizada por el departamento, me encontré con esta escena en la calle, enfrente justo del Fountain City Café. Parece ser que hacen sesiones de música de tarde y noche todos los jueves, y los días de buen tiempo como hoy, los músicos y el público toca en la calle.

Adjunto les dejo una breve muestra de la música Basta con pinchar en este link. A los que lo conocen: no se pierdan el sosías de Iban Zaldua. Clavado, pero más alto.


UPDATE: Al día siguiente, viernes, he regresado al café de marras, dado que están de obras en mi apartamento y he tenido que ir a comer a un restaurante cercano. Un japonés american style (con un invento llamado Vegas roll relleno ¡de tempura!). Al acabar, me he venido a por un café y aquí al lado, mientras tomo el mío, está el trío preparando su próxima actuación. Son locales, efectivamente, pero estaban hablando de una próxima actuación en Nueva Orleans.

jueves, 27 de marzo de 2014

Los vascos me persiguen (II)

Hoy por la mañana me he levantado un poco tarde. Mi clase comienza a las 12:30 así que me lo he tomado con calma, después de haber finalizado ayer una maratoniana sesión de justificaciones económicas del proyecto, y haber dejado la parte final en manos de Alberto y Jon Ander. Así que para desayunar, me he permitido un lujo y me he ido al Fountain City Cafe. Ya dije que no es el que más me gusta, pero es el único abierto a hora temprana, y bueno, el café es bastante bueno, realmente. Y de paso me he dado el lujazo de hacer como en casa, y me he comprado el periódico local de la región de Columbus, el Ledger-Enquirer; con el atractivo añadido del precio (75 centavos, ya podrían aprender los periódicos de allí) y del modo de compra, con esos expositores automáticos que hasta ahora solo conocíamos por las películas, y que no sé por qué me hace una ilusión terrible usarlo. No tengo una foto aquí pero sabréis a qué me refiero:

En fin, que me dispuse a tomar el White Chocolate Cafe -mi preferido en el FCC, medium, eso sí, cinco dólares la broma, pero me permite tener bebida toda la mañana. Y nada más abrir el periódico, veo esta noticia: "Oscar winner speaks at CSU". En la foto se anuncia la visita de Marlee Matlin, anunciada como "la única actric sorda que ha ganado un óscar". Bueno, abro la noticia para apuntarme cuándo será y, para mi desgracia, fue ayer. Malditas justificaciones financieras. Al menos os puedo mostrar esta foto robada del periódico, y en el que aparece la actriz junto con el presidente de la CSU (el equivalente a rector), a quien conocí el primer día de mi estancia aquí.

Pero hete aquí que una frase captura rápidamente mi atención. El acto al que acudía la actriz era una entrega de becas y premios a estudiantes de la CSU, y en la relación de premiados, la primera referencia que aparecía rezaba así:

"• CSU Goizueta Foundation Scholarship: Erika Galdamez"

¡Oh, Dios mío! Vuelvo a encontrarme con los vascos. Porque no es que solamente que la beca la otorgue una fundación con nombre tan euskaldún como Goizueta. Es que además el apellido de la beneficiada, Galdamez (léase Galdames) es, como bien sabemos, un valle muy cercano a Bilbao, al otro lado de los montes de La Arboleda, así según se mira. Y para rematar lo de Erika, con "k" de aurresku, borroka y kukuxumuxu. ¿Sería todo una inmensa casualidad? ¿O es que hay aquí alguien que se ha adelantado a los de Etxepare y está promoviendo becas para una población vasca de Georgia de la que hasta el presente nada sabíamos?

La respuesta, como siempre, vino gracias a "san" Google. La fundación Goizueta, efectivamente, existe y tiene un programa de apoyo a estudiantes inmigrantes. Porque el creador de dicha fundación no es otro que Roberto C. Goizueta (la C viene de Críspulo, por cierto), un inmigrante cubano que llegó a los Estados Unidos y acabó de CEO -jefe entre los jefes- ¡nada menos que de Coca Cola! Nacido en La Habana en 1931, vino a los EEUU a estudiar y acabaría haciendo toda su vida y carrera aquí. Y es por esto que tras su fallecimiento en 1997 su fundación se ha dedicado a apoyar a jóvenes con su misma experiencia. Tomo prestada su foto de Wikipedia, con su permiso.
Y lo de Goizueta... pues sí, es vasco. No él, sino toda su familia. Su biografía señala que -copio del inglés- "was born into a prominent family in Havana, Cuba. He was the only son of Críspulo and Aída Goizueta. His grandparents on both sides of his family had emigrated from the Basque Country to Cuba in the late 19th century. His mother's father, Marcelo Cantera, owned a profitable portion of a local sugar mill. His father, Crispulo, was an architect and a real estate investor who inherited Cantera's sugar interests".
Es decir, el típico ejemplo de familia inmigrante, con proceso de endogamia en la primera generación, exitosa en los negocios, metida en el negocio azucarero que tantos réditos daba. Seguro que Jon Ander o Juan Bosco pueden localizar fácilmente a los Goizueta en sus trabajos sobre los vascos en Cuba. Por si acaso, adjunto una propuesta de bibliografía inicial para tan interesante tema. ¿Se animaría alguien a un proyecto que fuera: "Cerveza y Coca Cola. Más allá del mito del vasco pelotari en el Sureste de los EEUU"?
Queda por aclarar la segunda parte del enigma, esa Erika Galdames que, así a simple vista, podríamos suponer como jugadora del equipo femenino del Athletic, miembro de IA o habitual de la cafetería en la Facultad en Vitoria. Pero me temo que en este caso sí que será una pura casualidad.

miércoles, 26 de marzo de 2014

Proud member of the CSU

Pues sí, tengo que decirlo así, clarito. A diferencia de otras experiencias previas, aquí en Columbus estoy disfrutando de una cálida acogida, en todos los sentidos. No solo porque uno se siente útil con sus obligaciones de dar clase, atender a los alumnos y participar en las actividades académicas y extra-académicas del departamento. Es que además la gente aquí es abierta y acogedora, y le hacen sentir a uno como en casa. Solo me falta la compañía de un Iker, un Chechu, un Xabier o un Imanol y todo sería perfecto.

martes, 25 de marzo de 2014

Edurne tenía razón.

Sí, efectivamente. Edurne tenía razón. Uno de los riesgos de pasar una temporada más o menos prolongrada en el Sur de los Estados Unidos viene del lado de las calorías. O como diría Ana, de la "parte científica del evento". De la comida. Que ha sido una de las mayores sorpresas que he tenido en esta mi estancia en Columbus.
Muchas veces nos quejamos de los estereotipos que tienen los americanos sobre el resto del mundo. Esas simplificaciones a la hora de entender o identificar al resto de pueblos que habitamos en este planeta. Cierto es que algo de eso hay: son épicas las ocasiones en las que tenemos que aclarar que, "no, no estamos en ningún lugar cerca de México". Pero también es cierto que aquí podría aplicarse aquello tan bíblico de "quien esté libre de culpa, que tire la primera piedra". Porque si es por estereotipos, los que tenemos el resto del mundo sobre los Estados Unidos también son épicos. Y tan erróneos como el que más.
Por ejemplo: la comida. Si nos mencionan, así a vuelapluma, la gastronomía americana, ¿en qué pensaríamos? Seguro que no seríamos capaces de salir de la trilogía del fast food: hot-dog, burger y pizza. Lo cual, como todo los estereotipos, tiene algo de verdad, baste recordar de dónde son las dos mayores cadenas a nivel mundial de hamburgueserías; esas identificadas wolrdwide por un pasayo y una corona. Y también es cierto que hay un alto grado de uniformidad en el paisaje gastronómico de los Estados Unidos. Aquí en Columbus he encontrado franquicias de las mismas cadenas que conocimos en anteriores viajes en lugares tan distantes (geográficamente hablando) como Reno, Los Ángeles, Denver o Nueva York. La misma arquitectura con la misma decoración y el mismo menú, independientemente de que el establecimiento esté situado en medio del desierto de Nevada, en las nevadas planicies del norte, o el cálido sur.
Pero... no todo es como creemos. Y efectivamente, Georgia y Columbus tienen sus particularidades. En este mundo globalizado, en el que pareciera que desaparecen las diferencias y todos nos estemos convirtiendo en una misma cosa, es agradable ver cómo incluso en el país más adelantado en este terreno, la particularidad local y el sabor regional siguen existiendo y siendo apreciados.
Hoy he tenido mi conferencia en el CIE (Centro de Intercambio Internacional, la oficina que me ha estado haciendo de "ángel de la guarda" durante mi estancia aquí a fin de hacerme todo más sencillo y agradable, thanks Christine). Y como hemos acabado en ese momento tan extraño en el que finaliza el lunch time aquí pero apenas comienza la hora de comer en nuestro horario estándar al otro lado del océano, pues finalmente Neal ha tenido la amabilidad de invitarme. Y no a un M.... o un B..K...  o nada similar. No, hemos ido a una barbacoa. Mejor dicho, a una barbacoa de Georgia. Al más puro estilo local.

Porque, primera explicación de Neal mientras degustábamos el platter (consistente en plato central de carne más dos side dishes y la bebida) es que hay tantas barbacoas como estados en el sur, o incluso más. En cada región tienen su propia técnica, sus adobos diferentes, distintos cortes de carne, incluso tipos de carne -aquí en Georgia la barbacoa es, fundamentalmente, de cerdo-. Uno se va a North Carolina, por ejemplo, y se encuentra con algo totalmente diferente. "Por eso", me comentó, no existen cadenas de barbacoas, como sí las hay de hamburguesas o similares. Tendrían poco éxito, porque en este tipo de cuestiones, la gente sigue siendo muy exigente con el propio paladar.
El lugar al que acudimos se llama "Country's Barbecue". Un nombre genérico, la verdad. Solo está instalado en Columbus, con tres restaurantes abiertos. Que se pueden conocer porque desde primera hora de la mañana en sus alrededores se aprecia el olor de la madera quemada. Primera sorpresa: nada de hornos de gas o eléctricos o similares. El asado se hace con leña, y en unos hornos cerrados que permiten que la carne tomo el gusto del ahumado mientras se hace lentamente. Suena bien, ¿verdad?

Opté por dejarme aconsejar por Neal. No en la bebida, porque ya le he cogido gusto al sweet iced tea tan típico de esta región, y yo lo prefiero very sweet -a pesar del riesgo de diabetes-. Pero sobre el contenido, sí, dejé que me explicara el procedimiento.

Resultado. Aquí lo tienen. Barbecue Pork Platter, con la carne "chopped instead of sliced" -había esas dos opciones, y a estas alturas de la tarde no sé cómo traducirlas-. De side dishes, coleslaw salad, y una Brunswick stew, que por lo que pude deducir de las explicaciones de Neal y de su contenido, debe ser algo parecido a un potaje en el que incluyen lo que sobra del menú del día: mezcla de carnes desmigados y vegetales, con un leve tono picante, delicioso. Y de acompañamiento, corn bread -me ofrecieron pan francés, pero sería como pervertir la experiencia gastronómica con un elemento extranjero-.
En una palabra: delicioso. Sorprendente. Inesperado.
Por favor, cuando hablen de estereotipos, recuerden que no siempre son verdad. Y si vienen a los Estados Unidos y son de los que eligen su destino como dicen que hacen los vascos ("¿Se come bien ahí, pues?"), Georgia es una buena opción. Su estómago se lo agradecerá. Quizá no sus niveles de colesterol, pero a la vista de tal maravilla, ¿a quién le importa?


lunes, 24 de marzo de 2014

Hay vida más allá de la Coca Cola

Hay dos cosas que los nativos de Columbus no perdonan a Atlanta, la gran metrópolis del estado de Georgia. La primera, es que les hayan robado a los de esta ciudad el honor de ser considerada la patria de la Coca Cola. Cierto es que los headquarters de la empresa se hallan en la capital de Georgia, pero también es cierto que el primer sitio en el que se elaboró y vendió el producto -entonces medicinal, antes de convertirse en "la pausa que refresca" y "la chispa de la vida"- es esta ciudad. Y John Pemberton, su inventor, era natural de Columbus.
Y lo segundo que no soportan es que los otros refrescos de cola que se produjeron -y se siguen produciendo- en la ciudad hayan quedado oscurecidas por la fama de la hermana mayor emigrada a Atlanta. Como por ejemplo la Royal Crown (RC) Cola, que aún se vende, o la New Cola, de la que apenas quedan anuncios en viejos edificios, como esta esquina de Kinkfolks Corner. Al lado mismo de casa.

Una esquina que conserva una de las edificaciones más antiguas del centro de la ciudad, que entonces se veía muy diferente a ahora, como se recuerda en la placa conmemorativa.

Y, por cierto, uno de los lugares para visitar en Columbus se halla en el cementerio, donde se encuentra la tumba de Pemberton, como puede verse aquí. Yo aún no he ido, y no sé si tendré ganas de hacerlo. Perfiero hacerle un homenaje bebiendo... una coca cola bien fría.

domingo, 23 de marzo de 2014

Una ensalada muy especial

El otro día pude cambiar de supermercado, y en vez del Piggly Wiggly de Phenix City, pude ir al Farmers' Market. Un poco más lejos, bastante más caro, pero productos más variados y sobre todo de más calidad. Y sobre todo, cantidad de cosas que no conocía.
Por ejemplo, ayer pude prepararme este plato. ¿Qué dirían que es?
Pues una simple ensalada de tomate. Mejor dicho, de tomates amarillos y de tomatillos -al menos así los vendían, con ese nombre, en la tienda-. ¿La prueba? Así eran antes:

En fin, domingo lluvioso aquí en Columbus, sin otra cosa que hacer que estar en casa y acabar el maldito informe del proyecto. Al menos ayer ganó el Athletic...

sábado, 22 de marzo de 2014

¿Cómo llamamos a eso?

Quizá el nombre "bicicleta" se queda corto.
 Porque es parte de la propaganda de la tienda que alquila bicicletas en Broadway.

Y perdonen por mi parquedad hoy. Es que ayer tuvimos la cena de los extranjeros de la CSU, la primera a la que asisto -aquí la organizan mensualmente- y, sinceramente, el Tandoori Chicken que me tomé en el restaurante indio donde nos reunimos ha tenido efectos secundarios en mi organismo. Por no decir que tengo que acabar el informe final del proyecto, y es una locura burocrática.

viernes, 21 de marzo de 2014

Los trenes circulan por la calle

Durante mi todavía corta estancia en Columbus, tanto en el apartamento como en la facultad, he acabado por acostumbrarme al sonido de los trenes. Columbus se halla en un cruce ferroviario importante, y es un centro distribuidor de mercancías, por lo que cruzan por la ciudad trenes en todas direcciones. Dado que la estación central se halla a cosa de siete calles de mi apartamento, al principio había achacado el ruido a esta proximidad.
Pues no, estaba equivocado. Lo aprendí los primeros días en clase, dado que las aulas dan a un lado del edificio que linda con una vía férrea, un tren que cruza al lado mismo del edificio de Arsenal One hacia Alabama. Son los trenes cruzando la ciudad los que hacen un ruido ensordecedor con su sirena. A medio día o a las 4 de la mañana.
Y sí, como han visto, por medio de la ciudad. Porque la calle 9 es, además de una calle normal por donde pasan habitualmente los coches, una vía por la que circulan los trenes, sin otra separación de coches y peatones. De hecho, uno no se fija en los raíles cuando pasa por allí en un momento en el que no hay trenes cruzando.

Aquí he sacado una secuencia del cruce de uno de esos trenes, cuando me hallaba en mi despacho, y me lancé cámara en ristre a inmortalizar el evento. 



Era todo un espectáculo ver acercarse el convoy, mientras los coches le dejaban paso y se paraban en los cruces para permitir el paso del tren. Hasta que abandonó la calle, la ciudad y el estado bordeando la facultad. Y seguramente, provocando que el colega que estuviera en ese instante impartiendo clase aprovechara para hacer una momentánea pausa, siempre bienvenida.







jueves, 20 de marzo de 2014

The Faculty (II)

El otro día me quedé a las puertas del departamento de Historia y Geografía, que es mi casa ahora, donde me han asignado, además de la docencia, una oficina para mí solo, como en la UPV.
 Como ya he comentado, el departamento se encuentra situado en la planta superior del antiguo Arsenal, un edificio rehabilitado en el que han procurado mantener visibles los elementos originales de la estructura. Esto hace que, nada más entrar, desde los pasillos y lugares comunes se pueda apreciar, simplemente levantando la vista, la estructura de madera que sujeta el tejado.


El departamento cuenta, como he dicho, con tres lugares comunes situados en el pasillo: el hall de entrada, en el que suele estar en ocasiones una alumna para informar a los recién llegados; el rincón donde trabaja Patty, la secretaria y auténtica alma del departamento, porque es quien lleva más tiempo aquí y se conoce todos los entresijos; y las mesas de los doctorandos, donde también colocan a los investigadores y profesores visitantes.


Pero no, como he dicho, a mí que soy "eminente" -ese es mi título oficial, recuerden- me han ofrecido un despacho. Durante un curso normal es el despacho de otro de los profesores, el Dr. Gullo, un especialista en Historia Medieval, lo que hace que pase los días trabajando rodeado de libros en inglés y otros idiomas sobre los musulmanes en la España medieval o el feudalismo en Alemania, por no olvidar las fuentes en latín, entre ellas una preciosa edición del Codex Calixtinus. En todo caso, a la entrada del despacho han tenido a bien colocar un papel indicando el horario de mis clases, para los alumnos.

 La puerta a mi despacho es esa que se ve al medio del pasillo en esta foto:
El prof. Gullo, por lo que me han contado, no va a regresar a Columbus porque mientras se hallaba este año de sabático le han ofrecido un puesto en otra universidad, incluyendo la dirección de una colección de fuentes medievales. Debido a esto, tengo el despacho lleno también de cajas vacías, que sus compañeros están apilando poco a poco para cuando le toque hacer la mudanza. En todo caso, Ana de sorprenderá de lo ordenada que tengo todavía la mesa. Bueno, es que la foto la saqué hace unos días.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Café, divino tesoro.

Si hay algo que se echa de menos cuando se pasa un tiempo viviendo en los Estados Unidos, eso es el café. Quiero decir, el café de verdad, negro, aromático, concentrado, nada parecido a lo que llamamos café americano, y que por una vez responde a la realidad. Aquí se estila tomar el café, no en taza sino en valdes. Casi casi se podría nadar en los cafés que se sirven habitualmente, si no fuera porque por lo general lo sirven apenas un grado (Farenheit) por debajo del punto de ebullición. Yo ya he empezado a coger la costumbre de comprar el café con una hora de antelacion para poder beberlo en su punto.
Sin embargo, no hay nada como la conjunción del conocimiento local con la presencia de una persona que siente la misma ansiedad y comparte tus mismos gustos en el tema cafetero. Me refiero a Ilaria, una de las profesoras del departamento, italiana ella y, por lo tanto, firme detractora del modo en que los americanos manchan el agua hirviendo con polvos negros. Y como no podía ser menos, ya me ha dado unas recomendaciones sobre dónde se puede encontrar buen café en Columbus.

Y resulta la casualidad de que los tres mejores sitios se hallan en un radio de cinco minutos -de paseo- desde mi apartamento. De hecho, uno de ellos es la cafetería situada a la vuelta de la esquina, que usé los primeros días de mi estancia aquí como base de operaciones. Entonces lo achacaba al hecho de que tenían wifi gratis y yo aún no podía usar la del apartamento. Ahora veo que también el café tuvo su atractivo.
Me he dedicado estos días a hacer una investigación exhaustiva y he acabado por elegir el mejor sitio. He aquí el resultado:
- El café del hotel Marriott. De calidad media, pero claramente elevado de precio. Tiene la ventaja de que está al lado mismo de la facultad, pero no cuesta nada el paseo extra de cinco minutos para ir a otro sitio.
- Fountain City Coffee. No está mal, la verdad. Escora un poco hacia el gusto americano, pero si te decantas por el expresso doble y le añades un poco de leche, pasaría por un cortado. Lo único, que la broma roza los cuatro dólares.
- Iron Bank Coffee Company. Es el edificio de la foto, el blanco que hace esquina. Como indica su nombre, en los tiempos clásicos de Columbus, cuando el downtown era aún el centro comercial de la ciudad, en este lugar se encontraba un banco. Ahora es un rincón agradable, a la europea, con mesas donde se puede uno sentar, leer tranquilo un rato, e incluso conversar con algún americano dispuesto -siempre que no llegue uno en un momento en que esté todo el mundo conectado a internet, porque también ofrece wifi a los clientes-. El café es más que decente, y el precio... bueno, un dolar menos que en el anterior. Así que ya está todo dicho. Llevo unos días con la sana intención de convertirme en un asíduo del lugar.

P.D. Otro motivo es que enfrente mismo hay una heladería impresionante, de la que hablaré en otro momento.

martes, 18 de marzo de 2014

Mis estudiantes

Estoy contento y sorprendido -agradablemente- con mis estudiantes.
Contento, por lo bien que aceptan los trabajos que les pongo, su prontitud en completar las lecturas, los comentarios constantes que hacen en clase. Me han advertido de que no me confíe, de que como en todas partes, tratarán de engañarme a la mínima de cambio, pero bueno, por ahora sigo contento. Y desde luego, el sistema de trabajo aquí es mucho más interesante, para el profesor y espero que también para los alumnos.
Y sorprendido, por muchas de las cosas que he sabido de ellos. Así, tenemos muchos que son militares, procedentes de todo tipo de familias pero, lo que es más importante, muchos de ellos abiertos, inteligentes y despiertos. Gente cuya vocación es aprender y estudiar. Soldados que se han alistado al ejército para ganarse la vida y que aprovechan la oportunidad también para poder acceder a la universidad, ya que en su contrato al incorporarse les dicen que tras unos años en activo -en un cartel de propaganda leí que diez-, el ejército les paga unos estudios universitarios. Y como he dicho, muchos aprovechan esta oportunidad, y no la desperdician. Y como aquí al lado está Fort Benning, posiblemente la mayor base militar en la América continental, la universidad está llena de soldados estudiantes. En ocasiones, vienen incluso vestidos con sus trajes militares a clase, lo que la primera vez que lo ves puede llegar a sorprender.
Muchos de los alumnos que tenemos en el departamento son, por lo tanto, gente adulta en todos los sentidos, con una experiencia vital intensa, con miles de vivencias acumuladas y con las secuelas, físicas y psíquicas, de haber estado en lugares como Irak o Afganistán. Gente madura y experimentada, personas completas. En fin, que voy a aprender mucho, la verdad.

(PD: Y como no me parecía decente sacar una foto de los alumnos soldados en mitad de la clase, os pongo una foto tomada por otra persona, pero que espero sirva para dar testimonio de lo que digo).


lunes, 17 de marzo de 2014

The Faculty (I)

Comenzada ya mi actividad lectiva, y tras haberme acomodado un poco a la rutina de preparar e impartir las clases, el viernes pasado aproveché que no tenía docencia para hacer un reportaje del edificio en el que se ubica el Departamento de Historia y Geografía al que ahora pertenezco.

El edificio -cuya soberbia presencia se puede ver en google maps-, para comenzar, tiene dos nombres. Oficialmente es el Yancey Center, nombre tomado de la familia benefactora que dio el dinero, no para construir, sino para reformar el edificio y adaptarlo para el uso académico y universitario. No obstante, sigue siendo más conocido como One Arsenal, porque esto es lo que fue anteriormente, y durante más de un siglo: un arsenal, creado en los tiempos previos a la Guerra de Secesión (la Civil War que dicen los americanos), cuando Columbus era una de las sedes de la armada sudista.

De hecho, dado que el edificio se halla localizado junto al río, y haciendo guardia sobre dos puentes que conectan Georgia con Alabama, uno ferrioviario a un lado, y otro para coches y peatones al otro. Fue además el escenario de la última batalla oficial de la Guerra de Secesión, el 16 de abril de 1865, cuando las tropas nordistas del General Wilson cruzaron Alabama de norte a sur con idea de entrar en el corazón de Georgia y hacerse con el último reducto del poder sudista. Lee ya se había rendido en Appomatox por entonces, pero el gobierno sudista aún seguía existiendo oficialmente. Las tropas de Wilson llegaron por el otro lado del río, los confederados intentaron detenerles en los puentes, pero finalmente fueron vencidos, produciéndose la destrucción de la ciudad de Columbus y de los barcos que aún estaban en su puerto, entre ellos el acorazado Muscogee. En aquella batalla, el Arsenal One fue uno de los últimos puntos de resistencia de los sudistas.



El edificio tiene la forma de una extensa "U", con un patio interior que, frente a lo que pudiera parecer, no es lugar de reunión de los estudiantes. Al menos, no que yo haya visto hasta ahora. Quizá porque la cafetería no está situada en este edificio, sino que la más cercana está en Broadway, a dos calles, y claro, aquello está siempre lleno de estudiantes -y profesores, hay que decir-. One Arsenal no es solo la sede del departamento de Historia, situado en la tercera planta del edificio (o segunda, según qué sistema usemos); también se halla aquí una residencia universitaria, algunas aulas de la Facultad de Artes, el Tribunal de Bancarrotas del Condado, y dos asesorías privadas que tienen alquiladas unas lonjas en los bajos.
Nos quedamos ahora en la puerta. Otro día os mostraré el departamento por dentro.


domingo, 16 de marzo de 2014

Don't worry

Don't worry. The CSU Police protects you.

Y vaya si es cierto. No solo está el cuartel al lado mismo, doblando la esquina, sino que de vez en cuando tengo un guardaespaldas haciendo guardia en la puerta de mi apartamento. Esto, sin ir más lejos, es una foto del pasado viernes.

Espero que no me eche la bronca por el desorden en mi mesa de trabajo. Eso sí, es una tranquilidad estar trabajando con las fuerzas de seguridad vigilando a tu lado.

sábado, 15 de marzo de 2014

St. Patrick's Day

Pues todo tiene una explicación. Comenzando por los fuegos artificiales.
Ahora que ya me estoy acomodando al horario de Georgia y se me han acabado los últimos coletazos del jet lag, he comenzado a dormir de un tirón y con un sueño tan profundo que no me he dado cuenta de lo que estaba pasando apenas a unos metros de mi departamento. Es que este fin de semana se celebra St. Patrick's Day, el día de los irlandeses, y no es que haya mucho irlandés por aquí, la verdad, o al menos no parece que sea ésta una tierra donde llegaran oleadas de inmigrantes de la verde Eire. Pero bueno, ya es una tradición americana celebrar a este santo católico con fiestas que incluyen, además de la tradicional ingesta de alcohol, ciertas extravagantes costumbres.
Aquí en Columbus parece que ha sido el día de la tiza. Levantado a eso de las 9 de la cama, me di de bruces con la sorpresa de ver deambular delante de casa filas interminables de personas, de todas las edades, cubiertas de arriba a abajo de polvo de tiza. Algunos incluso paraban a mirarse en el espejo que forman las ventanas de mi apartamento.
Me dispuse a seguirles la pista, y al doblar la calle a Broadway, pude ver en la lejanía los restos de lo que parecía una batalla campal y una humareda de un extraño color fucsia.
Pues de batalla nada, o a lo sumo, batalla festiva. Que ya había acabado a esas alturas de la mañana (estos americanos, ¿cuándo se levantan los días de fiesta?). Acercándome al lugar de los hechos podía apreciar, a un lado los clientes del mercado sabatino (hoy también he comprado pan de verdad) y al otro lado, a la puerta de las tabernas, gentes de todas edades bebiendo. No sé si madrugadores o trasnochadores.
El lugar de la batalla realmente era impresionante, pareciera como si hubiera habido una nevada. De color raro, eso sí, pero hasta los coches estaban cubiertos del polvo que también llevaban en sus ropas los paseantes.

Uno que aún desconoce los intríngulis de la cultura local, no dejó de sorprendere por la clara muestra de desbordante alegría irracional que muestra este tipo de actos, y sobre todo, de la eficiencia con la que la policía y los servicios de limpieza se coordinaron para dejar el área limpia y expedita en cosa de pocos minutos.
Ahora ya ha pasado la marea de gente por la zona. Dado que es mediodía, me imagino a muchos yendo a comer, y a bastantes quizá yendo a dormir por el efecto del trasiego mañanero. De todos modos, he visto en el programa que esto es solo el aperitivo, y que esta noche hay música en directo (eso sí, caribeña, no irlandesa). Ya os contaré.


viernes, 14 de marzo de 2014

Fireworks

No sé por qué motivo sería. Esta tarde nos pasaron un comunicado en el departamento, avisando de que teníamos que quitar los coches del aparcamento que se halla en frente de Arsenal One, justo al lado del río, dado que esa noche iba a haber fuegos artificiales y los tenían que colocar en el espacio del parking.
Yo aún no tengo coche, así que no tuve que bajar corriendo a cambiarlo de sitio, pero sí que pude disfrutar, a partir de las 8 y media, de los fuegos, desde mi propia casa.






Pero sigo sin saber qué es lo que se celebraba.