Un año en Reno

En este diario iremos compartiendo algunas de las experiencias -espero que la mayoría de ellas agradables- durante los diez meses de estancia, día más día menos, como William A. Douglass Distinguished Scholar en el Center for Basque Studies de la Universidad de Nevada, Reno.

lunes, 28 de abril de 2014

Tocando la historia con las manos.

Penúltimo fin de semana en Columbus, y primero con expectativas de buen tiempo. Cierto es que llovió un poco la tarde de ayer domingo, pero fue tan breve que vamos a darlos como que no. Eso sí, mucho calor, temperaturas en los 80 (farenheit, que eso sí es mucho calor). Se nota por fin que estamos en el sur. Y me comentan que el verano es peor...

En fin, que aprovechando la oportunidad ayer domingo me alquilé el coche todo el día para dar un recorrido por los alrededores y conocer algo más que Columbus. Tenía tres objetivos: Westville, un "parque temático" histórico sobre la Georgia de 1850 en un pueblo llamado Lumpkin; una visita al "Pequeño Gran Cañón" (Providence Canyon) de Georgia; y una visita final a una minúscula localidad en el centro del estado llamada Plains. Luego contaré por qué. En todo caso, en total no más de una hora desde Columbus. Todo cerca, para no cansarse.

Westville estaba cerrado -¡no abre los domingos!-, por lo que no puedo decir nada del modo en que los actores "reconstruyen" la Georgia de mediados del XIX. Eso sí, Lumpkin me sorprendió: su downtown, estructurado no en torno a una calle como el resto de las localidades que he visitado, sino en una plaza central, era la auténtica imagen de la desolación. Locales vacíos, calles desiertas, el primer paso para una ciudad fantasma. No es la primera vez que me han comentado el problema crónico de los centros tradicionales de las ciudades y pueblos americanos, que han entrado en una decadencia imparable -Columbus parece ser una excepción, y en todo caso muy reciente-.

¿Y Plains, qué tiene de atractivo para merecer una visita? Creo que el cartel ya ha respondido a mi pregunta. Pueblo natal del ex-presidente Jimmy Carter, que ha hecho de su hijo más famoso el centro de gran parte de su actividad, compaginándola con el tradicional negocio del cacahuete, que sigue siendo la "mascota" oficial de la localidad -todavía se conserva en el centro de Palains la antigua empresa de maní "Carter", hoy con nombre diferente-. Incluso, por si alguien se lo hubiera perdido, en la escasa manzana que sirve de downtown o zona comercial de Plains (reproducida al completo en la foto de abajo), dejan muy claro la admiración que aún tienen por Jimmy -quizá no muy compartida por muchos de sus compatriotas, pero eso es otra cosa-:

En el programa inicial de mi excursión tenía pensado hacer el recorrido habitual: visita al museo del National Historic Site, situado en la antigua escuela de Plains, hoy convertida en un museo monográfico sobre el ex-presidente; visita a la antigua residencia de la familia y su empresa -la casa actual de Carter no puede visitarse-; y finalmente, visita a la antigua estación o "depot" de Plains, que fue el centro de operaciones de la campaña de Jimmy Carter en las primarias previas a su nominación como candidato presidencial por los Demócratas. Esta estación se conserva hoy en día como un museo de su actividad política; y por lo que he podido aprender, fue el lugar elegido para este fin por dos motivos: 1) porque contaba con el único teléfono de la localidad: y 2) porque contaba con el único cuarto de baño de la localidad. Que cada cual dé importancia a lo que prefiera.
Antigua escuela de Plains, sede del museo del NHS

Plains Depot
Pero hubo una sorpresa que me alteró el programa. Nada más llegar al museo del National Historic Site, el ranger encargado de recibirme -es un edificio regentado por el servicio de Parques Nacionales, el mismo que gestiona Yellowstone o Yosemite, de ahí que el personal sea el mismo- me preguntó si quería conocer a Jimmy Carter en persona. "Are you kidding? Yes". Y me mandó a la iglesia baptista de la localidad, situada media milla hacia el norte, de nombre Marana Tha. En apenas un cuarto de hora Carter iba a actuar de preacher o teacher (no le entendí bien). En todo caso, se podía asistir. Eso sí, a la entrada habría vigilancia policial, no podía llevar armas (como si las tuviera), no podía llevar bolsas ni nada parecido, solo la cámara, y a la entrada pasaría una revisión peor que al embarcar en un aeropuerto. Pero bueno, allí me dirigí.

La capilla es un edificio sobrio, muy americano, de ladrillo y cemento. Cuando llegué, una "maestra de ceremonias" estaba dando sus recomendaciones sobre el modo de comportarse. Sobre todo, nos recordaba que estábamos en una iglesia, y nos advertía sobre el protocolo. Por ejemplo, las fotos solo estarían permitidas al comienzo, cuando llegara el ex-presidente y saludara. Y así hice. Lamentablemente por haber llegado tarde yo estaba colocado casi hacia el final, pero bueno, la cámara es buena y con buena resolución, así que seguro que se puede ver algo. Y eso sí, entre un mar de cámaras, porque estábamos todos a lo mismo.
Lo mejor vino seguidamente. Tras apagar las cámaras, Carter se puso a pasearse entre el público, preguntando de dónde era cada uno y, dando la mano a los que tenían suerte y estaban situados junto al pasillo. Este fue mi caso. Lamentablemente no pude inmortalizarlo. En todo caso, no todos los días tiene uno la posibilidad de recibir un apretón de manos del más veterano de los ex-presidentes de los Estados Unidos.


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