Santi fue, como ya señalé en una entrada de días atrás, el anterior Distinguished Scholar aquí en el CBS. Da la casualidad de que es un cinéfilo empedernido, de esos que además ha tenido la suerte de conjuntar trabajo y hobby; y actualmente es uno de los más destacados especialistas en el campo de la Historia y el Cine.
Pero tiene también otras virtudes, como la de ser una persona organizada, y la de pensar en el prójimo. Sobre todo en el prójimo que iba a venir tras su marcha. Así que dejó una serie de recomendaciones escritas sobre toda esa cantidad de cosas útiles y necesarias, de las que nadie te informa porque nos parecen lógicas, pero que un recién llegado desconoce. Cosas, por ejemplo, como saber dónde están los fusibles de la casa -no es cosa de ponerse a buscarlos en pijama en caso de apagón-, saber que las persianas no se bajan a mano, sino dándole a un interruptor con dos posiciones, arriba y abajo, o instrucciones sobre cómo programar la calefacción. Por no hablar de las peleas con los llaveros -hay tres llaves diferentes para entrar en casa, según sea la delantera, la trasera o el garaje- y otras menudencias.
Pero si llevamos esto al terreno de la burocracia, la cosa se complica. Así que Santi, con aguda previsión, dejó una lista completa de TODOS los papeles que había que obtener, en qué orden, en qué lugar, e incluso cuánto nos iban a clavar en cada sitio. Registro del coche, obtención del número de seguridad social, visita a nuestros "ángeles de la guarda" (los de la oficina del OISS, Office for International Students and Scholars, que te dan una charla sobre los usos y costumbres de la universidad, de Reno, de Nevada y de "we Americans", para hacerte más leve el choque cultural), contratación de los seguros, contratación de la televisión (que es por satélite y de pago).
Así que Santi nos mandó, a Kate Camino (secretaria del Centro) y a mí su Lista de Santi. Cuatro páginas que han sido mi guía durante estas dos semanas para moverme en el proceloso mar de los entresijos burocráticos americanos.
Larra se equivocó de país cuando dijo lo de "Vuelta usted mañana". Aquí tampoco son mancos en eso de pedirte formularios, cartas, documentos y firmas. Eso sí, todo hay que decirlo, siempre con una amabilidad excesiva, obsequiosa pero campechana. American way.
Sólo se me ocurre añadir una cosa a la lista de Santi. Yo haría una indicación inicial. Lo primero que hay que hacer es conseguir un coche. Da igual que sea viejo o nuevo. Lo importante es que se mueva. Aquí estar sin coche es como ser cojo, manco, ciego y casi-casi tonto.
Así que, efectivamente, lo primero que hice fue conseguir un coche. Jugaba con ventaja: se lo compré a Santi. Será de novena o décima mano lo menos. Es un Daewoo Leganza del 2001. De cerca da una imagen un poco deplorable. Pero anda, que es lo importante. Eso me ha permitido hacer todos los trámites sin el engorro de tener que pedir el favor a los colegas (Joseba Zulaika me hizo de taxista durante los dos primeros días, hasta que pude poner el cocheen marcha); o -lo que sería peor- depender del transporte público, que aquí es bastante malo en cuanto a horarios.
Conseguir la matrícula es relativamente sencillo. El dueño anterior del coche, cuando registra la venta, le quita las placas, y las deposita en el DMV (el Tráfico de Nevada). El dueño nuevo tiene un mes de plazo para ir a registrar su propiedad y obtener su matrícula nueva. La mía no es nada especial; es la placa ordinaria de Nevada, con números asignados de oficio. Cabe la posibilidad de personalizar las placas, bien usando una combinación personal de letras (¿recuerdan los coches matrícula "EWING" del culebrón Dallas, allá por los 80?: El coche de Joseba se reconoce porque su matrícula es ITZIAR, su pueblo allí en Guipúzcoa); o bien con una placa "especial", con un fondo diferente, y que por lo general está promovido por asociaciones o entidades que de este modo reciben una parte de los beneficios que obtiene el DMV. Porque, por supuesto, esto es América y aquí todo se consigue, pagando. En Idaho, por ejemplo, existen las matrículas "vascas", cuyos beneficios se destinan al Basque Museum de Boise. Comenzaron a usarse en 2006 y son todo un éxito.
Una vez con las placas en mi poder -que yo mismo. con la ayuda de Joseba y la inestimable Lista de Santi, tuve que colocar en el coche-, ya podía moverme. Y así lo hice, para todos los trámites, para comprar en los hiper (prometo hacer una entrada en el futuro sobre los hipermercados americanos), para recoger a Chechu en su viaje desde Colombia (haremos otra entrada sobre él) y para hacer alguna excursión. Pero... siempre hay un pero. Podía moverme con él pero no podía aparcarlo delante de casa. Mi calle sólo permite aparcamiento a los residentes; y para eso hay que obtener un "Residential Parking Permit", que es poco más o menos como la OTA. Así que ayer saqué tiempo entre trámite y trámite y me acerqué al City Hall de Reno, donde se hace el trámite. Ha sido mi contacto más breve y provechoso con la burocracia americana. Bastaba con presentar el pasaporte, el documento del coche, y una "prueba" de residencia -en mi caso, bastó con una carta remitida a mi nombre a la dirección de la casa- para que me dieran el OK. Eso sí, tras el pago de las correspondientes tasas, que estamos en América etc etc...
Por cierto, a ver si aprenden por otros lugares. El coste ANUAL del RPP es ni más ni menos que... tres dólares. Sí, 3 $, y anual. Que aprendan los munícipes de ciertos ayuntamientos que conocemos.
En fin, que una vez provisto de este papel, he alcanzado un paso más hacia el estatus de funcionar como un americano más que paga sus impuestos (haré sobre esto otra entrada etc etc.).
Aquí está el coche aparcado como un señor a la puerta de casa, con su permit bien visible.
Saludos desde Columbus, Georgia, donde voy a experimentar por segunda vez la vida en los Estados Unidos. Inicié ese blog por mi estancia como Visiting Scholar en la Universidad de Nevada. De aquel año quedan aquí algunas experiencias, las más de ellas divertidas. Ahora toca contar los sucedidos en el otro extremo de este extenso país, como Visiting Scholar in Latin American Studies en la Columbus State University. Welcome to the South!
Un año en Reno
En este diario iremos compartiendo algunas de las experiencias -espero que la mayoría de ellas agradables- durante los diez meses de estancia, día más día menos, como William A. Douglass Distinguished Scholar en el Center for Basque Studies de la Universidad de Nevada, Reno.
Hola Oscar!! Que interesante! Ya veo que confirmas muchos de mis observaciones de America. Especialmente sobre la burocracia :D
ResponderEliminarVeo tambien que ha cambiado mucho en el Centro Vasco. Me encantaria repetir una visita por Reno! SI puedo recomendar algo, cuando ya veo que tienes coche, merece la pena ir a Piramide Lake! es un lugar maravilloso. Tan tranquilo y bonito. Ah y una pregunta.. los globos! Has visto el festival de los globos? un abrazo de Varsovia!marek
No soy Ana sino Marek. Pero no tengo la cuenta en Google pues he usado cuenta de mi amiga Ana :)
ResponderEliminarAupa Oscar:
ResponderEliminarAquí estamos Joseba, Andoni, Marta y Javier para seguirte en tu aventura americana. Ondo pasa eta lan bikaina egin!
Un saludo.
Marek: Tengo preparada la entrada de la visita que hicimos al Piramid Lake. Pero antes tengo otra del fin de semana anterior al lago Tahoe que tampoco está mal. Las iré poniendo poco a poco. ¡Ah, y felicidades para el día 2!. No podremos ir, Varsovia está un poco lejos de Reno.
ResponderEliminarHola, Javier y familia. Nos veremos a fin de mes porque haré mi primer viaje de regreso, de los varios que tendré a lo largo del año.
ResponderEliminar