Un año en Reno

En este diario iremos compartiendo algunas de las experiencias -espero que la mayoría de ellas agradables- durante los diez meses de estancia, día más día menos, como William A. Douglass Distinguished Scholar en el Center for Basque Studies de la Universidad de Nevada, Reno.

martes, 14 de septiembre de 2010

Preparing for a weekend

Students Union
Estas fotos que presento ahora son un poco antiguas. En concreto, son del pasado viernes 10 de septiembre, un día antes de la Balloon Race. Las tomamos al salir del Centro, a eso de las seis de la tarde. El contraste con apenas una hora antes era espectacular: no había nadie por el campus. En una de las cosas que más sorprende de la Universidad: es un hervidero de gente hasta las 5 de la tarde, y pasado ese momento, es como si dieran el pistoletazo para salir todos a escape. Y más aún los viernes, que se estila lo del casual dressing porque de la misma todo el mundo se marcha escopetado de Reno; los alumnos a sus casas y los residentes locales a recorrer los alrededores. Dicho sea de paso, lo mismo que hacemos nosotros.
El paso entre Students Union y el Mathewson (en medio, el bloque del CBS)
Otra vista del Mathewson. Parece medianoche.
Lo que sí nos encontramos al salir fue un impresionante campo repleto de banderas norteamericanas. Era el tributo universitario a lo del 9/11. Realmente llevamos toda una semana en la que las televisiones, los carteles en la calle, incluso en la universidad, están recordando el hecho.



En todo caso, y volviendo a la soledad del campus al final del día, la Universidad ha puesto un servicio de "escort" (que casi casi podría traducirse por "escolta"), para ayudar a aquellos que se hayan tenido que quedar trabajando hasta altas horas. Basta con llamarles, quedar para una hora, y te recogen desde el despacho para llevarte a tu casa, siempre que esté en un radio de unas pocas millas (lástima, no podré usarlo para que me lleven a Portugalete, no podré ahorrarle el pasaje de avión).



Eso sí, en contraste con la universidad, en los alrededores la vida seguía bullendo, y de qué manera. Sobre todo en el Wolf Den, esa especie de pub-hamburguesería que nos pilla a medio camino de casa, y donde solemos entrar para aprovecharnos de la wifi gratuita que tienen mientras damos cuenta de una cerveza o una coke. Por cierto, que como es la sede oficial de un grupo de seguidores del Wolf Pack, tienen un montón de pantallas donde puedes veral mismo tiempo siete u ocho partidos de football, basket, baseball o lo que toque. Todo menos soccer, faltaría más. Eso sí, como buenos vecinos, los seguidores del equipo de football de la UNLV (Las Vegas) tienen una silla reservada... en el techo.


De las hamburguesas dobles sobre cama de patatas fritas que ofrecen en el Wolf Den mejor no diré nada. No tengo ganas de vérmelas luego con mi médico.

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