Un año en Reno

En este diario iremos compartiendo algunas de las experiencias -espero que la mayoría de ellas agradables- durante los diez meses de estancia, día más día menos, como William A. Douglass Distinguished Scholar en el Center for Basque Studies de la Universidad de Nevada, Reno.

sábado, 17 de mayo de 2014

Cosas que no hice ni dije en Columbus

Son muchas las experiencias que he compartido aquí en este blog. Otras muchas no las he podido reflejar: por falta de espacio para reflejarlas en el blog, limitado a una entrada diaria; o por falta de tiempo para cumplir algunas de las cosas que había programado hacer.
Entre las primeras... Así a bote pronto puedo recordar que...
... no hablé de la visita al edificio de la W.C.Bradley CO, que sigue siendo una de las empresas más antiguas, aún en activo, de la ciudad.

... ni expliqué por qué a esta ciudad le llaman la "Fountain City", aunque bueno, cierto es que abundan las fuentes a lo largo de todo el centro histórico, y es posible que el calor agobiante de la segunda parte de la primavera y todo el verano hiciera necesario, y apetecible, contar con muchos lugares donde refrescarse.

... ni describí la belleza colonial de la ciudad de Savannah, y su vida nocturna.


... ni hice comentarios sobre Fort Pulaski, fortaleza situada en la salida del puerto de Savannah, y cuya toma por las tropas de la Unión muy al comienzo de la Guerra de Secesión hizo que este puerto no pudiera ser utilizado por los Confederados, limitando sus capacidades militares y marinas. Ni tampoco hice notar el contrasentido de que, en sus cuidados restos, ondée hoy en día la bandera de los Sudistas y sigan desfilando en su interior los soldados confederados que n supieron defenderla en su momento. Pero bueno, estamos en el Sur.

... ni di alas a mi ego hablando de mi presentación en el CIE, conferencia incluida, de la que no tengo fotos por la obvia razón de que yo estaba hablando.

... ni puse los dientes largos mostrando fotos de las happy hours de los viernes, los días de lluvia en el restaurante thailandés, y los días de sol en el patio trasero del Scruffy Murphy -convertido en sede oficiosa de la primera peña Athletic de Columbus, dicho sea de paso-.

... ni mencioné mi corta visita a Eufaula, en Alabama, en una calurosa y húmeda tarde de domingo, donde por no encontrar, no pude siquiera pararme en una taberna a tomar una coca-cola fresquita, porque no había nada abierto, y en que la única atracción era una estatua dedicada, como no, a los soldados de la Confederación.

... ni hice notar las obras de arte callejero (patrocinadas por los comercios y bares de la localidad) que amenizaban el camino de mi casa hacia el río durante la Riverwal.

... ni seguí alimentando mi obsesión por los vascos que me perseguían (en este caso, vizcaínos para más señas).

... ni reconocí que había añadido mi nombre al Wall of Tolerance del Centro de los Derechos Civiles de Montgomery, para que se proyecte de aquí en adelante, junto con el de otras miles de personas que han hecho lo mismo, antes y después que yo.

Y, en general, no he podido reflejar fielmente todas las vivencias cotidianas derivadas de vivir en una pequeña ciudad en este apartado rincón del profundo sur de los Estados Unidos.

Y por el otro lado, no he podido, como quería: visitar Florida y San Agustín, bañarme en una de las playas del Golfo de México, visitar Nueva Orleáns, comprobar en persona si Atlanta es como la describen, en lo bueno y en lo malo, pasearme por Senoia (Georgia) donde han rodado Walking Dear (bueno, esto no era realmente un deseo mío), acudir a una competición de la NASCAR en Talladega, visitar el museo de la infantería y la Escuela de las Américas de Fort Benning. Y otras muchas cosas.

Pero no me puedo quejar. Lo que he hecho, bien hecho ha estado.




1 comentario:

  1. Y lo has relatado tan vividamente, que me has hecho pasear por aquellos lugares. Besarkada bat. Y un hermoso regreso a casa. Susana Cano

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