Un año en Reno

En este diario iremos compartiendo algunas de las experiencias -espero que la mayoría de ellas agradables- durante los diez meses de estancia, día más día menos, como William A. Douglass Distinguished Scholar en el Center for Basque Studies de la Universidad de Nevada, Reno.

domingo, 4 de mayo de 2014

Emulando a National Geographic

Domingo soleado y caluroso. Todo invitaba a una excursión, pero dado que tengo trabajo atradado y que la próxima semana, entre examen y examen, tenemos prevista una pequeña "promenade" por algunos atractivos turístico-históricos al norte de Columbus, opté por algo más tranquilo y saludable. Una visita al Museo Naval de la Guerra Civil, situado unas pocas cuadras más al sur del Historic District. Un paseo de apenas dos millas, que se puede hacer por el river walk del Chattahoochee.

Y realmente, este paseo lo merece. Tiene una longitud total de más de 10 millas, llega por el sur hasta Fort Benning, en la zona del downtown de Columbus/Phenix City se desdobla en dos paseos, uno en Georgia y otro en Alabama, y llega por el norte hasta la North Highlands Damm, que forma el lago artificial Oliver más allá de North Columbus. Y es quizá uno de los mejores lugares de la ciudad.


Dentro de una semana, precisamente, se celebran los primeros 10 años desde la inauguración del River Walk. Hay mucha fiesta prevista, ya lo contaré porque será mi último fin de semana completo en Columbus. Pero hoy me ha tocado hacer el recorrido hacia el Museo.

Tranquilamente, viendo el paisaje y procurando sacar algunas tomas que fueran interesantes. Sobre todo, con el deseo de emular a los de National Geographic y presentar una muestra de la fauna local, dentro y fuera del río. Porque como ya comenté, es una sorpresa ver cómo en medio de la ciudad se puede observar fauna más o menos salvaje, y en abundancia. De hecho, a lo largo del río se podían ver miles... bueno, quizá he exagerado, cientos de gálapagos de Florida. Las típicas tortugas que se venden entre nosotros como mascotas, y que luego no sabemos qué hacer con ellas cuando se hacen grandes, y han acabado por convertirse en una plaga.

Lo malo es que como se ve, eso de la fotografía salvaje no es lo mío, y aunque parezca mentira, cada vez que intentaba acercarme un poco, las tortugas salían por patas y no podía alcanzarlas. Claro, porque nadan más rápido que yo corro. Así que he contentado con sacarle fotos desde lejos, viendo cómo pasaban horas y horas sobre las piedras, en la orilla, tomando el sol.
Peor lo he tenido con las ardillas grises, las primas maleducadas de las ardillas rojas europeas. Maleducadas y desconfiadas. Apenas te da tiempo a verlas en la lejanía cuando ya echan a correr en busca del árbol más cercano. Donde, por cierto, localizarlas es más difícil que encontrar un vasco en Columbus.
Y bueno, de los pájaros ni hablamos. A esos sí que les acompañaba la Fuerza en este día de Star Wars.






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