Un año en Reno

En este diario iremos compartiendo algunas de las experiencias -espero que la mayoría de ellas agradables- durante los diez meses de estancia, día más día menos, como William A. Douglass Distinguished Scholar en el Center for Basque Studies de la Universidad de Nevada, Reno.

viernes, 21 de enero de 2011

Sequoia (II) Camp Nelson






Finalmente, llegé a Camp Nelson, en el borde de las nieves. Con una población de poco más de cien personas, repartidas en casitas de madera, me recibieron a bolazos. Unos niños estaban jugando con la nieve que quedaba en las zonas sombrías y decidieron que mi troncomóvil podía ser un buen objetivo. Lamentablemente, el camino a los lugares donde están los ejemplares mayores estaba impracticable por la nieve, y aunque había tenido la precaución de llevar las botas de monte, no me decidí a intentarlo. Se veían allí a lo lejos, en los montes, árboles que destacaban sobre el conjunto del bosque.
Así que me limité a dar un paseo por la localidad, típicamente americana pero no en el sentido moderno (malls y McDonalds) sino en la imagen que tenemos grabada desde que nos adoctrinaron en la infancia con series como "La casa de la pradera". Véase, por ejemplo, la iglesia.... ¿A que talmente parece que están a punto de llegar los Ingalls y los Olesson?

Por lo demás, los paisajes que se oteaban en la distancia, e incluso la carretera de acceso al pueblo, eran de una gran belleza. Habrá que regresar en otro momento.





Otra invitación para el regreso la ofrecen las hamburguesas dobles de la taberna Nelson, que pasa por ser el único bar de la localidad. Está junto a la única tienda, el único teléfono (los móviles no funcionan desde veinte millas antes de llegar) y el gigantesco mástil con la bandera americana. Dada la hora en que estaba (poco antes del mediodía) andaba con dudas sobre si entrar a tomar un trago, o algo más consistente, antes de seguir viaje.

 
Una clienta que salía del lugar me sacó de dudas, al asegurarme que allí se comía muy bien. Así que entre. A decir verdad, era cierto. Raciones abundantes, la hamburguesa era de carne y sabía a carne, y la sopa de verduras con la que se acompañaba era simplemente deliciosa (quizá en mi percepción tuvo también algo que ver el frío que hacía fuera, que aconsejaba una comida templadita para entrar en calor).
Fue de todos modos una comida muy tranquila, porque en aquel momento yo era el único cliente. Bueno, no el único... sobre mi cabeza me encontré esta agradable y simpática compañía... "D'you like the lion?..." me dijeron divertidas las dueñas.

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