Un año en Reno

En este diario iremos compartiendo algunas de las experiencias -espero que la mayoría de ellas agradables- durante los diez meses de estancia, día más día menos, como William A. Douglass Distinguished Scholar en el Center for Basque Studies de la Universidad de Nevada, Reno.

viernes, 11 de abril de 2014

Esta vez soy yo el que persigue a los vascos.

No se me malinterprete, por favor. No me refiero "a los vascos" con el mismo sentido que atribuía al concepto el lehendakari Ibarretxe cuando hablaba de "los vascos y las vascas", aquella conocida muletilla que cruzó fronteras y es una de las causas remotas del actual problema entre Ucrania y Rusia, y a las pruebas me remito.

Hoy he aprovechado que tenía la tarde un poco libre, la despensa medio vacía, el coche compartido a mi disposición, y la perspectiva de la excursión del departamento a Savannah el fin de semana, por lo que me he decidido a ir al hipermercado Publix a comprar algunas cosas. Unas necesarias y otras de capricho. Y es así como me he vuelto a encontrar, ¡otra vez!, con los vascos aquí en Columbus Georgia.
Así que aquí les presento al colega y amigo llegado del otro lado del Atlántico, de la esquina más interior del Golfo de Vizcaya. Nos hemos conocido hoy en la sección de "comida gourmet" del Publix (¿dónde, si no, siendo vasco?). Al lado mismo de un Grana Padano, conversando alegremente con un auténtico Brie francés, y dando la espalda a una cuña de supuesto Manchego que se exponía orgullosa en el mismo mostrador de European Cheeses.

Esterotipo por estereotipo, este queso me ha desmantelado todo lo que pacientemente les comenté a los alumnos uno de estos días sobre los estereotipos que circulan entre los americanos, sobre todo en el oeste del país, respecto a los vascos. Después de explicarles detenidamente que no, no es cierto que los semáforos en Bilbao tengan tres indicaciones diferentes -como sí tenían aquí las fuentes, ¿recuerdan?- para coches, personas y ovejas. Después de decirles que hoy en día el ganado más abundante en el País Vasco no es el ovino, sino el futbolino (en sus variedades erreala latxa y carranzana delathleticdetodalavida). Casi casi de jurarles que las únicas ovejas que vemos allí son las que nos imaginamos en las nubes. Pues nada, va el colega Etorki y me estropea la jugada. Queso de leche de oveja. Más claro imposible. Mi prestigio de Eminent Scholar por los suelos.
No obstante, encontrarse a un compatriota de tal calidad en tierra ajena y lejana le predispone a uno a perdonar todo lo habido y por haber. Así que nos hicimos colegas, lo invité amablemente a venir a casa, y juntos recorrimos el Publix en busca de algún otro vasco, o mejor de una pareja, para montar así un campeonato de mus. Pero nada, en la sección de vinos lo más que había era Ribera de Duero (Urkullu, apunta esto, que Aznar nos está ganando). Y por supuesto, en la pescadería fue misión imposible buscar al colega Bacalao, que ya sabemos que es natural de Noruega, pero todos sabemos también que los de Bilbao nacen donde les da la gana. No pregunté por las Kokotxas porque igual, con mi mala pronunciación del inglés sureño, acababa diciendo algún inconveniente y nos metíamos en problemas.

P.D. Esta mañana me he levantado y he comprobado que mi amigo Etorki ha desaparecido. No debe estar muy lejos, dado que se ha dejado la ropa aquí encima de la mesa de la cocina, bien recogidita en un plato, con su nombre y todo. Y no lo veo yo recorriendo el uptown de Columbus desnudo como lo trajo a mundo el artzaina. Voy a preguntar por su paradero a las migas del pan que andan rondando en el mismo plato, a ver si saben algo. Luego les comento.



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