Un año en Reno

En este diario iremos compartiendo algunas de las experiencias -espero que la mayoría de ellas agradables- durante los diez meses de estancia, día más día menos, como William A. Douglass Distinguished Scholar en el Center for Basque Studies de la Universidad de Nevada, Reno.

lunes, 14 de abril de 2014

Tomates verdes fritos

En el pasado viaje a través de Georgia pude recibir mi primera inmersión en el paisaje del profundo sur americano, con todas su particularidades, siguiendo la pista de un acontecimiento que, aunque ocurriera en 1864, sigue siendo un elemento angular de la identidad actual de Georgia: esa marcha del general Sherman desde Atlanta hasta Savannah, en la costa, dejando a su paso un reguero de tierra quemada, en todo el sentido de la palabra.

No obstante, como no nos alimentamos solo de paisaje o de historia, el sábado tuve la ocasión de probar otra de las recetas "míticas" de la gastronomía sureña, que se suman a la barbacoa o al fabuloso pollo frito y el cornbread. Se trata de los tomates verdes fritos ("fried green tomatoes").
Estábamos el sábado en Milledgeville, capital del estado de Georgia hasta el fina de la guerra, y tras una interesante visita a la antigua mansión del gobernador, convertida hoy en museo, antes de volver al autobús, los expedicionarios nos diseminamos por la Main street de la ciudad, donde se concentran todavía todos los negocios y restaurantes, como era habitual hasta hace varias décadas en los EE.UU.

Y he aquí que en el restaurante en el que entré con Ilaria y Steve, dos colegas del departamento, servían tomates verdes fritos. Anunciados como plato especial. Así que entramos, más que nada porque querían hacerme los honores de otro "first" -fueron los mismos que me llevaron a probar la comida sureña en Minnie's en mi primera semana de clases aquí en Columbus-. Pedimos unas raciones de tomates como entrante, seguida del plato principal -en mi caso algo que recordaba una milanesa de pollo a la napolitana sobre una montaña de spaghetti-. No pude menos que sacar una foto. Efectivamente, son tomates, cortados en rodajas, preparados con un aliño, y fritos con harina de maíz al estilo habitual en esta zona. Aprendí que no se trata de tomates normales sin madurar, sino de una variedad especial que son siempre verdes. Así que no lo intentemos en casa porque no quedaría igual.


¿A qué sabían? Bueno, por fuera uno se espera algo parecido a unas rabas, pero al morderlo, el interior es jugoso, blando, y efectivamente sabe a tomate, aunque mucho más acido y con el sabor añadido del aliño en que lo bañan antes, y cuya composición intentaré aprender antes de regresar.

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