Un año en Reno

En este diario iremos compartiendo algunas de las experiencias -espero que la mayoría de ellas agradables- durante los diez meses de estancia, día más día menos, como William A. Douglass Distinguished Scholar en el Center for Basque Studies de la Universidad de Nevada, Reno.

viernes, 11 de febrero de 2011

DMV

DMV es el nombre con el que se conoce aquí al departamento de Tráfico. Department of Motor Vehicles es su traducción. Es uno de los primeros lugares donde tiene que acudir el recién llegado a los Estados Unidos, pues es aquí donde se obtiene el carnet de conducir. La herramienta mágica que otorga la autonomía para moverse en unas ciudades pensadas, no para usar las piernas, sino para mover el volante.

Es cierto que el carnet europeo, con su añadido internacional, sirve para los Estados Unidos, pero con una salvedad. Esto rige para los turistas. Pero los que venimos acá como residentes, aunque sea temporales y con las restricciones de una visa J-1 como la que tenemos los Visiting Scholars, estamos obligados por ley a obtener el carnet de conducir del estado en el plazo de un mes desde nuestra llegada al país. Durante ese tiempo podemos usar nuestro viejo carnet, pero pasado ese plazo, uno se arriesga a que un policía tiquismiquis decida empapelarte por falta de documentación en regla.
Obtener el carnet de conducir tiene otras ventajas. La principal, que sirve como ID (léase ai-dí), o mejor dicho, como Photo ID (foto-ai-dí), es decir, como documento aceptado para identificarse, por ejemplo al pagar (en algunos sitios) con la tarjeta de crédito, y sobre todo para identificarse legalmente ante las autoridades, por ejemplo en un control de carretera, o para subir a un avión.
De hecho, existe la opción de obtener lo que llaman el ID State Card, carnet de identidad estatal, que sirve para lo mismo pero no habilita para la conducción, pero casi nadie lo saca. Sólo los impedidos, ciegos o muy ancianos que, por lógica, no van a manejar un coche. El resto, por el mismo precio, se saca la licencia.

He dicho "precio". Palabra mágica. El coste del carnet de conducir es, asómbrense, 25 dólares. Es la tasa inicial, que da derecho a dos exámenes, uno teórico y otro práctico. Cada examen adicional, sea uno u otro, cuesta diez dólares extra. En mi caso, la broma salió en total por 45 dólares, así que ya anticipo que me catearon dos veces, una de cada.
Eso sí, nada que ver con la millonada que me costó conseguir mi primer carnet en Portugalete, mediante la autoescuela. ¿Autoescuela? ¿Qué es eso?, preguntarían los americanos. Es un concepto inexistente en el país. Los niños llevan eso del volante en los genes, podría decirse. De hecho, pueden obtener el carnet a los 16 años, con algunas limitaciones y bajo la responsabilidad de los padres, que son quienes por lo general se han encargado de enseñar a sus vástagos los entresijos de la carretera.

Una vez provisto de tu carnet (vaya alegría cuando me enteré de que había aprobado, porque la segunda vez que hice el práctico, la examinadora me largó una perorata que no comprendí lo más mínimo, estaba recién llegado, y cuando Iker, que me acompañaba en la faena, me preguntó por el resultado, solo pude encogerme de hombros y esperar. No sabía si me había echado la bronca por inepto, o si me había felicitado), toca enfrentarse al modo de conducir americano.

Estados Unidos es sorprendentemente fácil para los europeos. Hay varios elementos de su comportamiento que sorprenden gratamente al recién llegado, sobre todo si uno viene de un país situado más bien hacia el sur que hacia el norte del Viejo continente. Primero: los límites de velocidad se respetan a rajatabla. Si pone 25, todo el mundo a 25. Si pasamos junto a una escuela con las luces amarillas funcionando, todo el mundo a paso de burra, porque el límite es 15 (millas, en kilómetros serán apenas 25, casi casi se va más rápido andando). Hay que tener mucho cuidado porque no hay límites genéricos como allí, sino que cambian de tramo en tramo y no hay que perderse las indicaciones so pena de meter la pata.
Segundo: los pasos de cebra ¡¡¡EXISTEN!!! Rectifico: no son una decoración puesta por el ayuntamiento para dar colorido a las calles, sino lugares en los que los peatones tienen siempre preferencia. Basta con que vean a uno acercándose a un paso para que todo el mundo se pare. He de reconocer que, desde el otro punto de vista, es algo que nos cuesta hacer a los recién llegados, acostumbrados a "no ver" los pasos de peatones.
Tercero: los coches automáticos. Yo era un defensor a ultranza del modelo europeo de embrague y cambio de marchas. Ahora soy un converso, lo reconozco, y tengo todos los defectos del converso. Menos mal que aquí no hay ningún Manuel de Irujo que me diga, como comentó en referencia a la "caída del caballo" de antiguos franquistas como Ridruejo, eso de que "los conversos a la cola". Los coches no se calan, la conducción es más cómoda, sobre todo en las distancias largas que aquí se acostumbran... es un descanso mental no estar pendiente de marchas, ruido del motor, y demás.

Hay además otras novedades en su código de conducción que al principio mosquean al recién llegado, pero que luego vistas en prespectiva, tiene su lógica.

1.- Los semáforos se pueden pasar en rojo. Mejor dicho, si uno se encuentra en un cruce con un semáforo rojo pero su intención es girar a la derecha, está permitida la maniobra siempre y cuando se ceda el paso a coches y peatones que estén circulando y/o cruzando en ese momento.
Otra cosa buena de los semáforos es que no están colocados, como en Europa, en el mismo lugar donde hay que pararse, sino en la acera de enfrente. Esto es un descanso porque no hay que poner posturas forzadas para ver cuándo se pone el semáforo en verde.

2.- En los cruces a la izquierda, hay que situarse en la nueva carretera en el carril más a la izquierda. No en el de la derecha, como nos repetían en la autoescuela allí. De hecho, ésta fue la razón por la que me suspendieron la primera vez en el práctico. Debí cometer no menos de veinte faltas graves. La explicación es clara: así se permite el paso a quienes, con semáforo en rojo, están doblando hacia la derecha a la vez que nosotros.

3- Existen muchos cruces de cuatro stops. Cuatro calles que convergen en un mismo punto, y todas ellas con un stop. ¿Qué hay que hacer en estos casos?. Lo primero, todo el mundo se para nada más llegar al cruce. Y luego se cede el paso del siguiente modo: first in, first out. El primero que llega es el que tiene la preferencia. Así que cuando uno llega tiene que hacer como en la pescadería: fijarse en la cola y anotar mentalmente detrás de qué coche le toca salir a uno. Parece complicado pero no lo es, porque generalmente en estos cruces, que suelen ser habituales en zonas residenciales, no se juntan grandes caravanas de coches.


4.- Nunca, nunca, nunca pintes un graffiti. Si te pillan, la pena es retirada del carnet por dos años. Por hacer una comparativa, pasarse un stop o un semáforo en rojo son tres meses, conducir borracho un año. ¿Incrédulos? Pues fue uno de los motivos por los cuales suspendí el teórico la primera vez. Cuando a mi regreso del DMV llamé a casa para desahogarme, y puse el ejemplo de la pregunta en cuestión, sólo uno acertó la respuesta adecuada: Jaime. Un niño de ocho años. No comment more.

1 comentario: