Un año en Reno

En este diario iremos compartiendo algunas de las experiencias -espero que la mayoría de ellas agradables- durante los diez meses de estancia, día más día menos, como William A. Douglass Distinguished Scholar en el Center for Basque Studies de la Universidad de Nevada, Reno.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Café, divino tesoro.

Si hay algo que se echa de menos cuando se pasa un tiempo viviendo en los Estados Unidos, eso es el café. Quiero decir, el café de verdad, negro, aromático, concentrado, nada parecido a lo que llamamos café americano, y que por una vez responde a la realidad. Aquí se estila tomar el café, no en taza sino en valdes. Casi casi se podría nadar en los cafés que se sirven habitualmente, si no fuera porque por lo general lo sirven apenas un grado (Farenheit) por debajo del punto de ebullición. Yo ya he empezado a coger la costumbre de comprar el café con una hora de antelacion para poder beberlo en su punto.
Sin embargo, no hay nada como la conjunción del conocimiento local con la presencia de una persona que siente la misma ansiedad y comparte tus mismos gustos en el tema cafetero. Me refiero a Ilaria, una de las profesoras del departamento, italiana ella y, por lo tanto, firme detractora del modo en que los americanos manchan el agua hirviendo con polvos negros. Y como no podía ser menos, ya me ha dado unas recomendaciones sobre dónde se puede encontrar buen café en Columbus.

Y resulta la casualidad de que los tres mejores sitios se hallan en un radio de cinco minutos -de paseo- desde mi apartamento. De hecho, uno de ellos es la cafetería situada a la vuelta de la esquina, que usé los primeros días de mi estancia aquí como base de operaciones. Entonces lo achacaba al hecho de que tenían wifi gratis y yo aún no podía usar la del apartamento. Ahora veo que también el café tuvo su atractivo.
Me he dedicado estos días a hacer una investigación exhaustiva y he acabado por elegir el mejor sitio. He aquí el resultado:
- El café del hotel Marriott. De calidad media, pero claramente elevado de precio. Tiene la ventaja de que está al lado mismo de la facultad, pero no cuesta nada el paseo extra de cinco minutos para ir a otro sitio.
- Fountain City Coffee. No está mal, la verdad. Escora un poco hacia el gusto americano, pero si te decantas por el expresso doble y le añades un poco de leche, pasaría por un cortado. Lo único, que la broma roza los cuatro dólares.
- Iron Bank Coffee Company. Es el edificio de la foto, el blanco que hace esquina. Como indica su nombre, en los tiempos clásicos de Columbus, cuando el downtown era aún el centro comercial de la ciudad, en este lugar se encontraba un banco. Ahora es un rincón agradable, a la europea, con mesas donde se puede uno sentar, leer tranquilo un rato, e incluso conversar con algún americano dispuesto -siempre que no llegue uno en un momento en que esté todo el mundo conectado a internet, porque también ofrece wifi a los clientes-. El café es más que decente, y el precio... bueno, un dolar menos que en el anterior. Así que ya está todo dicho. Llevo unos días con la sana intención de convertirme en un asíduo del lugar.

P.D. Otro motivo es que enfrente mismo hay una heladería impresionante, de la que hablaré en otro momento.

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