Un año en Reno

En este diario iremos compartiendo algunas de las experiencias -espero que la mayoría de ellas agradables- durante los diez meses de estancia, día más día menos, como William A. Douglass Distinguished Scholar en el Center for Basque Studies de la Universidad de Nevada, Reno.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Empire State Building

Por encima de todas las maravillas pasadas y recientes que tiene Nueva York, el Empire State Building destaca con luz propia. Lo de "por encima" no es una metáfora, porque tras el derrumbe de las torres gemelas, este rascacielos volvió a hacerse con el título de edificio más alto de la ciudad. No es ya el más grande del mundo: varios países asiáticos están haciendo una competencia feroz para hacerse con el título.
Tampoco es, a mi gusto, el más bonito. Antes he presentado el Chrysler Building, que estéticamente me gusta más. Y como para gustos todo está escrito, también podría incluirse en la lista el Woolworth Building, situado junto a la Zona Cero, que según W. Churchil era "la catedral gótica más grande del mundo". No sé si catedral, pero sí que es al menos el edificio neogótico de mayores proporciones. Su dueño era el dueño de los almacenes Woolworth, quien mandó construirlo tras una apuesta con un millonario rival, que acababa de hacer un rascacielos justo al lado de la sede de su imperio comercial. El magnate de Woolworth decidió que el suyo tendría un piso más, para ver a su rival desde arriba. Aquí os pongo dos imágenes.




Pero volvamos al Empire State. Como otros lugares de la ciudad, se puede visitar, pero previo pago. La cuota no es mucha, apenas 20 dólares, y te permite disfrutar de una vertiginosa subida en ascensor (ochenta pisos en menos de veinte segundos, incluyendo taponamiento de los oídos en el viaje de regreso, y los efectos de la inercia cuando el ascensor frena para llegar a su destino. De hecho, no se toma un ascensor, sino dos. El primero sale del vestíbulo del edificio (va la foto abajo, es una pequeña joya de arte mural) hasta el piso 80, como he dicho, y una vez allí, hay que dirigirse a otro ascensor que te lleva al piso 87, que es el último habitable, donde se halla el mirador desde el cual los turistas se pelean por sacarse la foto.


Como buen turista, también me dediqué a lanzar toma tras toma de las vistas, impresionantes, desde la altura. El Empire State tiene unos 380 metros de alto, es decir, su zona más elevada (la aguja para el aterrizaje de dirigibles, hoy reconvertida en antena de telefonía móvil y televisión, está situada en lo que sería el piso 107) está más alta que el monte Serantes, para quien lo conozca. Para no aburrir, os pongo algunas de las fotos y un video, donde se percibe otro de los elementos de la visita: el ruido del tráfico y la ciudad, que llega a aquellas alturas amortiguado por la distancia.




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