Un año en Reno

En este diario iremos compartiendo algunas de las experiencias -espero que la mayoría de ellas agradables- durante los diez meses de estancia, día más día menos, como William A. Douglass Distinguished Scholar en el Center for Basque Studies de la Universidad de Nevada, Reno.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Twenty-five degrees

Es la temperatura media que hemos estado disfrutando la semana pasada, con las nevadas. Cuando los termómetros marcaban por encima de la frontera sicológica de los 30 (aproximadamente los cero grados celsius, el famoso "ni frío ni calor" de Vitoria), daban incluso ganas de quitarse el plumífero y disfrutar del ambiente tropical. Son algunas de las bromas que todavía nos gasta el subconsciente a los que venimos de la Europa continental y no estamos acostumbrados a usar el "Imperial System" de medidas (que incluyen, aparte de los grados farenheit, las millas, yardas, pulgadas, galones y similares).
Eso sí, una mirada al exterior servía para desfacer el entuerto. Los montes que rodean Reno, los jardines de las casas y los tejados siguen con su cubierta blanca. El paisaje ya no es amarillo cmo hasta hace dos semanas, sino blanco inmaculado. Hace frío, los de aquí dicen que todavía no mucho, pero para alguien procedente de la costa, con su clima templadito y húmedo, no deja de ser un frío de narices.




Hemos tenido viene toda la semana. Domingo, martes, y luego sábado y domingo otra vez. Las nevadas no han sido muy grandes, excepto la del martes que dejó las calles convertidas en una pista de patinaje.
Uno de los efectos secundarios es que por culpa de la nieve nos quedamos momentáneamente incomunicados. Reno es una ciudad en la que para cualquier cosa, incluso para ir a pasear, hay que sacar el coche. Y claro, con nieve, hielo y el coche cubierto de una capa blanca, no está la cosa como para lanzarse a la aventura.



Por suerte el fin de semana pasado, cuando anunciaron el fin del mundo con las tormentas, hice acopio de alimentos y el congelador sigue todavía en buen estado. Hay cosas como la leche y el pan que, por ser de compra más o menos diaria, están en peor situación. Pero vamos tirando. Aproveché los días de tranquilidad, con cielo azul y las calles limpias de nieve, para hacer esas compras rápidas. Pero que nadie se lleve a engaño: como prueba, la curiosa decoración que le ha salido a mi coche.


No hay comentarios:

Publicar un comentario