Un año en Reno

En este diario iremos compartiendo algunas de las experiencias -espero que la mayoría de ellas agradables- durante los diez meses de estancia, día más día menos, como William A. Douglass Distinguished Scholar en el Center for Basque Studies de la Universidad de Nevada, Reno.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Miss Liberty

Como no podía ser de otro modo, el día posterior al seminario lo aprovechamos para hacer turismo intensivo por los lugares más conocidos de la ciudad y sus alrededores. Teníamos ya concertados unos pasajes para el barco que hace la ruta hasta Liberty Island (donde está la estatua de la Libertad) y Ellis Island, punto de entrada de millones de inmigrantes y que hoy conserva un museo sobre el particular que necesitábamos conocer en persona. Así que, muy de mañana y bajo un cielo totalmente azul (todavía recuerdo los chaparrones en San Francisco) nos fuimos en el Miss Liberty, desde el Fuerte Clinton en el sur de Manhattan, para cruzar el río.


Lo cierto es que, como puede apreciarse, para ver bien la ciudad y comprender sus dimensiones, lo mejor es alejarse de ella y apreciar su skyline desde cualquier lugar que no sea la propia isla de Manhattan. Lo que veis al fondo son los rascacielos del sur, en la zona de negocios. Más o menos a la derecha de la foto se sitúa el área de Wall Street. En el centro deberían estar las torres gemelas, que prácticamente doblaban en altura a los rascacielos de su entorno... En otro momento nos acercaremos al Ground Zero donde se recuerdan los atentados del 9 de septiembre.




A la lejanía se cruza por delante de Ellis Island, pero el primer destino del ferry no es éste, sino otra pequeña isla que está un poco más lejos, y en el que se halla uno de los más conocidos iconos de la ciudad, y casi del país. La estatua de la Libertad, ese regalo que hizo Francia a los Estados Unidos con motivo del centenario de su independencia, y que desde la década de 1890 vigila con su antorcha que ilumina el mundo, la entrada de barcos al puerto de Nueva York.


Por cierto, que los franceses sólo regalaron la estatua: un mecano de bronce con una estructura interna basada en los diseños de Eiffel. El pedestal lo tuvieron que poner los neoyorquinos a escote. Eso sí, aprovecharon como basamento uno de los diversos fuertes que se habían construido en el siglo XVIII en diversas islas de la desembocadura del Hudson para proteger el puerto.


Desde Liberty Island se aprecia una fabulosa vista de la ciudad. Al fondo se ven los rascacielos de Manhattan, en el centro. A la izquierda, en la lejanía, se percibe el Empire State Building. Tras mi cabeza está el puente de Brooklyn. Brooklyn, el barrio, está a la derecha del todo. Los que posamos somos Xosé-Manoel, Irune y yo mismo.


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