Un año en Reno

En este diario iremos compartiendo algunas de las experiencias -espero que la mayoría de ellas agradables- durante los diez meses de estancia, día más día menos, como William A. Douglass Distinguished Scholar en el Center for Basque Studies de la Universidad de Nevada, Reno.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Una excursión a Alcatraz

¿Existe una cárcel más famosa en el mundo que la penitenciaría de alta seguridad de Alcatraz? Situada en una isla en medio de la bahía, a sólo milla y cuarto del puerto de San Francisco, funcionó desde la década de 1930 hasta 1963, cuando Robert Kennedy, siendo Fiscal General, decidió que había que cerrar unas instalaciones que además de obsoletas y deterioradas eran muy caras de mantener. Alcatraz había tenido varios huéspedes ilustres en su existencia, como Alphonse "Scarface" Capone, alojado en régimen de pensión completa en una de sus celdas por evasión de impuestos (ninguno de sus otros crímenes, que debieron de ser muchos, llegó nunca a ser probado ni juzgado). También el cine se hizo eco de Alcatraz y sus residentes. En 1962 Burt Lancaster protagonizaba "Birdman of Alcatraz", basado libremente en la historia de Robert Stroud, quien se convirtió en un experto en el conocimiento de las enfermedades de las aves. Ese mismo año 1962 otros tres "residentes" de la isla consiguieron culminar el único escape exitoso desde la prisión, poniendo en evidencia que ya no era de la máxima seguridad (años más tarde su historia se llevaría igualmente al cine, protagonizado por Clint Eastwood: Fuga de Alcatraz).
Así que había que ir a Alcatraz. Y no es algo fácil de conseguir, a pesar de que desde hace ya bastantes años está abierto como lugar histórico y hay un servicio de visitas a la isla. Lo malo es que hay que llegar por barco, y el único transporte autorizado tiene plazas limitadas. Dicen que hay que reservar con semanas de antelación. A nosotros sólo nos hizo falta un día. El sábado, antes del mediodía, ya no quedaban billetes para la jornada; y así el domingo, a las 10 de la mañana, salíamos desde el puerto de San Francisco bajo una impenitente lluvia rumbo a "la roca" en medio de la bahía.




Lo primero que sorprende de la isla es lo pequeña que es. Apenas tiene terreno para la penitenciaría y unos edificios añadidos, donde estaban las instalaciones de la guardia, la residencia del warden (director o supervisor) y las casas en las que vivían los guardianes, muchos de ellos con sus familias, ya que el precio de la vivienda en San Francisco era mucho más caro.



La isla, que hoy es parque natural, tiene sin embargo una curiosa historia de ocupación humana. En el siglo XVIII, cuando llegaron los españoles, comenzaron a utilizarla como cárcel natural, dejando en Alcatraz a los maleantes y demás gentes de mal vivir. Las fuertes corrientes que rodean la isla y el agua heladora del Pacifico se convertían en la muralla natural que impedía las fugas. Fueron también los españoles los que dieron su nombre a la roca, por las colonias de estas aves marinas que tenían colonizados sus riscos. La penitenciaría de Alcatraz, por lo tanto, no hacía más que seguir una antigua tradición de uso carcelero de la isla.
Después del cierre de Alcatraz en 1963, fueron los indios los que ocuparon la isla como reivindicación de su situación desde la conquista de su territorio por los norteamericanos. El grafitti de "Welcome Indians" que recibe a los visitantes así lo atestigua.



La visita guiada comienza tras cruzar el arco de la puerta de guardia, que da acceso al recinto original de la cárcel.



Una vez dentro, los visitantes son llevados a la zona de las dichas, donde está instalada la recepción. Allí dan a cada visitante un aparato de sonido y unos cascos donde se le irá guiando por el recinto de los prisioneros, que está en el piso superior.
Los "residentes" de la prisión estaban divididos en cuatro bloques de celdas. Los tres primeros (A, B y C) estaban situados en la parte central. Cada uno de ellos se hallaba abierto a un pasillo, y las celdas se distribuían en tres pisos. Todos los pasillos convergían en un punto llamado Times Square, donde estaban los vigilantes y se cruzaba al comedor y al patio.




Como podéis apreciar, las celdas no eran precisamente amplias, apenas dos metros por tres, incluyendo catre, mesa, baño (al fondo) y unas estanterías para dejar los objetos o los libros prestados por la biblioteca. Se decía que los presos de Alcatraz eran los americanos que más y mejor leían: dado que había una estricta censura a todo lo que fuera violencia, sexo, lenguaje soez y cosas similares, los presos de Alcatraz eran asiduos de autores clásicos o de libros de filosofía y humanidades. También dejan claro en la visita que "gozaban" de una alimentación equilibrada y de unos excelentes cuidados de salud...
El patio era pequeño y demasiado expuesto a los vientos de la bahía. Como veréis, fuimos muy pocos los que nos atrevimos a salir en medio de la ventisca. Los prisioneros se dice que salían incluso en las peores condiciones climáticas, ya que era uno de los pocos momentos que tenían para escapar de la monotonía de las 18 horas diarias encerrados en la celda.



Las celdas de aislamiento, sitas en el bloque D, eran mucho más amplias que las comunes; pero sus huéspedes no podían salir de ellas ni siquiera para la ducha mensual, aparte de que por su disposición imposibilitaba la comunicación y conversaciones entre los presos -cosa que sí se podía hacer en el resto de los bloques-. Había incluso algunas celdas especiales, las llamadas "celdas oscuras", de castigo, en las que los presos quedaban encerrados sin luz todo el día. Era un tratamiento que pocos aguantaban más allá de unas semanas.


Uno de los lugares más visitados, y mejor recreados, es la zona donde se hallaban las celdas de Frank Lee Morris,  y John y Clarence Anglin, quienes protagonizaron la fuga de 1962. Los tres fugados llegaron a preparar varias cabezas hechas de escayola, restos de cemento y harina, pintadas, para que pareciera que seguían en la cama mientras iniciaban su ascenso a la libertad por el respiradero interior de su bloque. En sus celdas siguen dispuestas las cabezas que usaron para este fin, tal y como las dejaron en su marcha.



En el comedor, por su parte, se conserva el menú del desayuno que tuvieron los reclusos el mismo día en que fueron trasladados a otras prisiones y se cerró definitivamente Alcatraz.

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