Coincidiendo con mi viaje "científico" de vuelta a Bilbao para el congreso de la AEMI, surgió la oportunidad de que participara en el acto de presentación del Plan de Envejecimiento Activo de la Diputación Foral de Bizkaia. Al principio, cuando me lo propusieron, tuve mis dudas, sobre todo porque como ya avisé a Aitor Urrutia, encargado de organizar el acto, iba a estar este año un poco lejos de Euskadi. Finalmente ocurrió que por una de esas casualidades se celebraría al mismo tiempo que se desarrollaba el meeting de AEMI, y más aún, se haría en la misma sede, el palacio Euskalduna. Sólo tenía que escaparme un ratito de la sala B-1 para bajar al auditorio A-1. Así que acepté. Y me incluyeron en el programa, tal como sigue:
La primera de las sorpresas fue el número de personas que asistirían al acto. No es que uno esté acostumbrado a hablar como los políticos, ante auditorios muy numerosos. Así que ver a tanta gente esperando asustaba un poco. En la prensa hablaban de unas setecientas personas. Lo cierto es que se llenó la sala en la que estábamos, y tuvieron que abrir la de al lado con un circuito cerrado de televisión.
Fue también divertido aclarar a los organizadores que soy ya un poco viejo para ser un "alumno" distinguido, que fue como me presentaron al principio de la conferencia. Se ve que lo de "scholar" es una palabra poco conocida fuera del ámbito académico.
Y ahora viene la aclaración al enigma de qué hacía yo en un acto de estas características. De hecho tiene que ver con contactos personales y familiares, y sobre todo con que hace ya unos años nos conseguimos "colar" como profesores en un máster de Odontogerontología (dentistas para ancianos, traducido al castellano de la calle) que se organizaba en la UPV. Por aquellas cosas del destino, el organizador era uno de esos médicos humanistas que entienden que además de aprender a manejar el torno y a hacer amalgamas, los dentistas también necesitaban un barniz de cultura de humanidades. Así que, entre otras cosas, en las primeras sesiones del máster recibían lecciones de filosofía, sociología, e historia. Ahí entrábamos nosotros, ya que la clase de historia de la vejez nos la repartíamos entre Alberto y yo. Así que usé el material que teníamos de esa clase (¡gracias, Alberto!) para dar la charla.
¡Ah, se me olvidaba lo del lazo verde! Las asociaciones de ancianos y la Diputación habían decidido que para conmemorar el Día del Envejecimiento, que se celebrara el mismo día 1 de octubre, todos los asistentes llevaran un lazo verde.
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